Los Himba (días 405)

publicado en: Namibia | 0

Salimos al amanecer con destino Opuwo, capital de la región árida de Kaokoveld donde abundan los Himba, una tribu seminómada a la que íbamos a visitar para conocer algo más de su cultura. Empezamos con ilusión nuestra ruta pero tras más de cuatro horas conduciendo y a menos de una de nuestro destino, nos encontramos con una señal de stop y con él, el día se torció. No sé que pasaría por mi cabeza en el momento que decidí saltármelo a 5 km/h, convencido que, como los policías que esperaban bajo sombrillas al lado de la carretera no hacían señales de parar, podíamos seguir. En aquel momento, es cuando uno de los siete decidió levantarse para hacernos señales y obligarnos a echar marcha atrás. Al parecer, era un control de la enfermedad “Foot & Mouth”, lo que obligaba a parar para que fumigaran las ruedas de los coches y las suelas de nuestros zapatos. Aquel error nos supuso una multa de 70€, pero el tema no acababa ahí. Para más complicación, al comprobar mi pasaporte, observaron que el visado estaba caducado porque en la aduana habían escrito “enero 2015” en vez de “enero 2016” por equivocación, y aquello podía suponer arresto por inmigración ilegal. Tras un rato conversando y explicando el error con la ayuda del pasaporte de Amaia que estaba correcto, evitamos más problemas y emprendimos nuestra ruta nuevamente hacia Opuwo, donde pagamos la multa.

Al llegar, recorrimos el pueblo en busca de un guía que nos llevara a una poblado Himba. Durante el paseo, observamos la gran diversidad de etnias que conviven en esta polvorienta ciudad. Entre ellas, la más llamativa además de los Himba, era una emparentada con éstos, los Herero, donde las mujeres se visten con vestidos victorianos. Dicen los mayores que se debe a que durante la colonización, las mujeres británicas sentían celos de las himbas porque sus maridos no paraban de mirarlas con entusiasmo por pasearse semidesnudas. La solución que tomaron fue vestirlas con los vestidos viejos de la época y desde entonces han mantenido esta vestimenta. ¿Será verdad?

 

Después de comer, recogimos a nuestro guía y fuimos a comprar unos víveres para los Himba que íbamos a visitar. Y es que, para poder entrar al campamento nómada, primero debe pedirse permiso al jefe del mismo, así que llevar una buena cantidad de comida, es de bastante ayuda, además de un gran gesto de agradecimiento. En un principio se les ofrecía dinero, pero los guías locales observaron que el dinero nunca se compartía con el resto de los habitantes del campamento y es que, con más dinero, más acceso se tiene a alimentos y ocre, pero también alcohol, coca-colas, móviles, etc.

Con enormes ganas de aprender sobre esta cultura poco influenciada por el occidentalismo y con dudas si el turismo cultural es positivo o negativo para ellos, por mucho respeto que se intente mostrar, (el tiempo dirá si su cultura y tradiciones se mantienen o van desapariciendo) nos adentramos en su forma de vivir. En el campamento encuentramos diversas casas redondas construidas con madera de mopane (su árbol sagrado) y fango y estiércol de vaca, consiguiendo así el aislamento idóneo para las cálidas temperaturas del desierto. En el interior de las casas la decoración la componen pieles y ornamentación extraídas de los animales y el colchón es en realidad una piel de vaca estirada en el suelo. Los lugares más importantes para los himbas en su poblado son el lugar de culto, donde adoran al fuego sagrado que representa a los ancestros y el cerco donde guardan los animales durante la noche, la más importante fuente de ingresos de la que dispone la gran mayoría.

 

Su aspecto es muy llamativo, especialmente el de las mujeres. Cubren su piel y su pelo con un ungüento hecho de una mezcla con ocre y manteca (que a veces es sustituido por vaselina que es más accesible) que les protege del calor y de los insectos y lo consideran su forma de ducharse o limpiarse. Suelen darse una nueva capa cada dos o tres días, a no ser que hayan visitado la ciudad que está sucia o tengan un evento importante. En este caso, lucirán su mejor y más colorido ungüento, así como vestidos y “joyas” especiales. El pelo es muy importante en la cultura himba. En función del corte, de si éste tapa la cara o si se lleva algún accesorio en la cabeza, se puede saber si es una niña, o una mujer, si está casada o cúal es su estatus en la tribu. Cada dos meses rehacen sus peinados y se “lavan” el pelo con ceniza, pero nunca con agua. El trabajo de peinarse y aplicarse ocre en las rastas puede llegar a durar hasta 2 días y suelen añadir pelo de cabra en las puntas. Respecto a los hombres, en caso de estar casados, generalmente se cubren el pelo con un tipo de gorro. No obstante, no significa que sean monógamos ya que se permite, tanto a hombres como a mujeres, tener relaciones extramatrimoniales, aunque por lo general, suele ser algo más común en los hombres.

 

Dimos una vuelta por la zona, donde conocimos a varios locales, entre ellos Anna, que se ofreció a hacerle unas trenzas a Amaia para enseñarle como eran las rastas por dentro. Además, también nos invitó a entrar en una de las casas y enseñarnos como se preparaba y aplicaba el ungüento que las hacía tan particulares. El resto de mujeres y niños aprovecharon ese momento para preparar un mercadillo con sus artesanías; es parte de su fuente de ingresos y tenían que intentarlo. Tras adquirir un par de pulseras de regalo y declinar las ofertas de casi otras 30 mujeres, nos quedamos hablando con el jefe, su mujer, las hijas y los niños de éstas sobre aspectos en donde nuestra cultura y la suya chocaba frontalmente, como la edad para ser madre y el número de hijos. Al cabo de un rato decidimos poner fin a la visita y volver al hostal. Habíamos aprendido mucho de los Himba y continuábamos nuestra ruta hacia Damaraland, una de las pocas zonas del planeta donde los animales salvajes no están cercados por parques nacionales y sobreviven en el duro semidesierto namibio.

 

Información práctica

Transporte
  • Estado de las carreteras:
    • Nuestra ruta de Otjikondo a Opuwo fue C40, C35 y C41 y todas las carreteras estaban asfaltadas.
Alojamiento
  • Opuwo: ABBA Guesthouse (N$280 habitación privada con baño)
Actividades
  • Guía para los himba: N$200/pers + comida valorada en N$300(+/-)
Recomendaciones y sugerencias
  • Opuwo queda un poco a desmano en general, pero merece la pena para visitar un pueblo con tanta diversidad.
  • Recomendamos hacer la visita con guía local en vez de grupo organizado, ya que siempre será más personal. Al mismo tiempo, no recomendamos hacerlo por cuenta propia sin guía, ya que la barrera del idioma es muy fuerte.

Share

Dejar una opinión