Drakensberg, Lesotho y la gran cagada (días 382-387)

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Las montañas de Drakensberg son la frontera natural al este de Lesotho con Sudáfrica y se dividen principalmente en 3 partes: norte, medio y sur. Inicialmente, queríamos explorar algún pequeño rincón secreto de Zululand, tierra de los zulúes, para conocer su cultura; pero pronto nos dimos cuenta de que lo más probable sería que nos encontráramos con pueblos normales con gente normal que mantiene sus tradiciones de manera normal sin exhibirlos cual atracción turística, lo normal vamos. Por eso, decidimos ir directamente a la parte sur de Drakensberg al pie del paso fronterizo Sani, más concretamente.

 

Aquí encontramos un alojamiento que ofrecía un pack que nos pareció muy interesante. Incluía el alojamiento en dormitorio compartido, las 3 comidas, una excursión de día a Lesotho por el Sani Pass, tomar el té con una pareja local y charlar con ellos sobre los tiempos del apartheid o cualquier tema que nos interesara y hacer de voluntarios en una escuela de los alrededores. Esto último era lo que nos llamó la atención, ya que queríamos haber hecho algo de voluntariado en América, pero todo lo que encontrábamos era por periodos demasiado largos, por lo que finalmente no hicimos nada y nos habíamos quedado con la pena. De esta manera, podíamos por lo menos pasar unas horas con los niños de la zona, una experiencia muy enriquecedora para nosotros y esperando que también lo fuera para ellos.

Primero hicimos la excursión a Lesotho, cuyo principal atractivo era la subida al Sani Pass, un paso de tierra (o barro cuando llueve) que originalmente era extremadamente estrecho y vertical, sólo apto para coches 4×4. Sin embargo, un proyecto que prevé asfaltar todo el tramo y así dar acceso a vehículos pequeños, parece que está a punto de dar comienzo tras varios años parado en el lado sudafricano por peleas medioambientales y cuando nosotros pasamos ya habían empezado a ensanchar los carriles. Las vistas del valle y las montañas son magníficas durante todo el recorrido y con el guía que nos llevó hicimos varias paradas para fotos y algunas explicaciones del lugar.

 

Una vez cruzada la frontera, no nos adentramos demasiado en el país (una pena), pero subimos a un pequeño pico desde donde podíamos ver su orografía montañosa; sus tierras bajas son las tierras bajas más altas del mundo. Lesotho está completamente rodeada por Sudáfrica, quien le compra su único recurso natural, el agua. Su símbolo principal es un sombrero, el mekorotlo, de forma cónica que figura en todos los sitios (bandera, monedas…) y sus habitantes, la mayoría de etnia basotha, se caracterizan por ir cubiertos con un manta de diferentes colores según el status social, sobre todo en las montañas. Tras comer, pasamos por una pequeña aldea donde visitamos la casa de una mujer que además de algunas artesanías vendía una cerveza artesanal poco fermentada típico del lugar. Y para finalizar el día, nos tomamos una cerveza en el pub más alto de África, justo en la cima del Sani Pass.

 

Las actividades del día siguiente fueron más sociales. Visitamos a los Nxasane, una pareja mayor de zulúes que viven cerca del alojamiento. Mediante una interprete (ya que no hablan ingles), nos contaron cómo era la vida durante el apartheid y como vivieron la noticia de su fin. También hablamos de cosas cotidianas como la familia y el trabajo, y al final se lanzaron a hacernos algunas preguntas a nosotros: si Yves tenía novia y si nosotros estábamos casados, donde vivíamos, que cómo es que vivíamos juntos sin estar casados y cómo que todavía no teníamos hijos… Contraste de culturas que siempre llevan a una entretenida conversación.

Zulúes
Con los Nxasane, simpatiquísima pareja de zulúes

 

Y seguido, fue el turno de la escuela. Teóricamente tendríamos que haber estado con los de 5º y 6º, pero tenían día de examen, por lo que nos tocó la clase de 7º y 8º. Realmente no sabemos muy bien a qué hace referencia el curso, ya que en todas las clases había niños de todas las edades. En el nuestro, la más joven tenía 11 años, mientras que el mayor tenía 18. Al principio todo resultó un poco frío. El profesor que tenía que guiarnos estaba más interesado en hablar con Yves el mismo que en que habláramos con los alumnos, por lo que al principio fuimos saltando de tema en tema: leer un cuento, un ejercicio de gramática, unas preguntas de geografía… Pero al final encontramos un par de juegos de vocabulario que pareció gustarles y toda la clase se volcó a participar. Fue un rato muy agradable y lo acabamos con la sesión de fotos pertinente: foto de grupo, foto las chicas, foto los chicos, “ahora sácate una conmigo”, “yo también quiero”… Resultaba gracioso las ganas que tenían que nos sacáramos fotos con ellos con nuestra cámara o que les sacáramos directamente a ellos posando, tanto niñas como niños. ¡Muy divertido y gratificante todo!

Modas
Porque las modas llegan a todas partes y el posar para fotos es internacional, jajaja

 

La gran cagada

Y al día siguiente sucedió “la gran cagada”. No haremos mucho hincapié en el tema, porque ya resultó doloroso en su día y aún lo sigue siendo, por lo que no nos apetece demasiado rememorarlo. El plan era salir por la mañana de Drakensberg y en unas 5 horas llegar a la costa para poco a poco ir bajando en los siguientes días hasta Ciudad del Cabo. Sin embargo, cuando ya llevábamos 4 horas de coche, me di cuenta (Amaia), que me había dejado la riñonera interna en el hostal con TODO dentro (pasaporte, carné de vacunas y de conducir, tarjetas del banco y bastante dinero, tanto en dólares americanos como en rands). Dimos media vuelta y llamamos de inmediato al hostal, pero allí no había nada. Lo buscaron ellos y lo buscamos nosotros en cuanto llegamos y a la mañana siguiente. Estamos 100% seguros que lo olvidé en la habitación, por lo que alguien lo debió encontrar y decidió quedárselo entero. Con un disgusto enorme, cambiamos los planes (los nuestros y los de Yves que venía con nosotros) y nos pusimos rumbo a Ciudad del Cabo para empezar los trámites del pasaporte. El trayecto era de 16 horas que dividimos en 10 y 6, y prácticamente cruzamos el país descubriendo algunos paisajes realmente bonitos: montañas, llanuras, prados… Finalmente llegamos a Ciudad del Cabo y tuve la suerte de toparme probablemente con la trabajadora de una embajada española más maja del mundo. Después de la experiencia en Lima y Buenos Aires con el pasaporte de Nico, nos temíamos lo peor, pero todo fue facilidades, rapidez y sonrisas. Con el disgusto que llevaba yo encima, consiguió arrancarme la sonrisa que hacía días que había desaparecido. Simplemente necesité una foto de carné, el DNI y el dinero para pagar la renovación, y en una hora estaba saliendo con el pasaporte en la mano. La historieta quedará como una anécdota más del viaje cuando pase el tiempo, aunque de momento el dolor del dinero y el sentimiento del pasaporte lleno de sellos americanos están demasiado frescos.

Sobre el resto del día en Ciudad del Cabo, os lo contaremos en el post que dedicaremos a esta ciudad, ya que días más tarde volvimos para visitarlo al completo.

 

Información práctica

Alojamiento
  • Drakensberg: Sani Lodge Backpackers (incluido en el pack la cama en dormitorio compartido)
  • Beaufort West: Karoo Backpackers (150ZAR dormitorio compartido) – Muy buen hostal, pero wifi de pago
  • Ciudad del Cabo: Big Blue Backpackers (140ZAR dormitorio compartido)
Actividades
  • Pack de Drakensberg: 1435ZAR (3 noches y las comidas + las actividades)
  • Renovación del pasaporte: 372ZAR
Recomendaciones y sugerencias
  • Nos gustó mucho la experiencia de estar con los niños. Sólo se necesita un día, por lo que creo que es fácil incluirlo en cualquier plan, así que lo recomendamos encarecidamente.

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