El altiplano y las Yungas (días 215-225)

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(En este post ya faltan fotos debido a la perdida del iPhone)

Sucre

Sucre, es considerada la ciudad blanca de Bolivia, debido al color de los bellos edificios que conforman su centro histórico. Se respira un aire europeo con cafés al más puro estilo francés, pubs de estilo británico y una gran cantidad de turistas. Además, sus salas de conciertos y su ambiente le dan popularidad para ser considerada como una de las mejores ciudades para salir de fiesta en Bolivia. Sin embargo, nuestra experiencia en ella fue bien diferente: después de estar una semana incomunicados, aprovechamos sobre todo para conectar con el mundo 2.0 otra vez y turistear un poco. Comimos en pequeños restaurantes de menú simples pero gustosos; cenamos guacamole con ingredientes comprados en el mercado local (donde conocimos la poca amabilidad de las vendedoras boliviana) y babeamos un poco en los escaparates de tiendas y restaurantes con platos elaborados. Respecto al turismo, aunque Sucre cuenta con un agradable parque muy extenso para pasear y un buen montón de iglesias y plazas, no encontramos ningún lugar que sobre saliera en especial.

 

Fue en Sucre donde aprovechamos para comprar coca también. Santa Cruz y Sucre no están demasiado altos todavía, pero ya habíamos visto a mucha gente masticando coca. Nuestro próximo destino era Potosí, una ciudad que se encuentra a 4.050 metros de altitud, por lo que preferimos estar preparados. Fuimos al mercado y compramos una bolsa de hojas de coca junto con un trozo de ºlejíaº. Llaman lejía a un trozo de algo que parece una tiza de color gris y que está hecho de una mezcla de varias sustancias naturales, la stevia y piel de naranja entre otros. Su labor es principalmente el de endulzar el amargo gusto de la hoja de coca, por lo que a nosotros nos vino genial, como mascadores de coca amateur que éramos. La experiencia fue de lo más normal. La utilizamos sobre todo para el dolor de cabeza, ya que no tuvimos grandes síntomas de mal de altura (aunque el cansancio y la fatiga nada más caminar se notan rápidamente) y nos funcionó a la perfección. Te metes una manojo de hojas en la boca, generalmente sin el rabito, y una pizquita de lejía y masticas poco a poco. Se nota que la lengua se duerme un poco por el efecto anestésico que tiene, pero termina por irse y se sigue masticando. Cuando las hojas ya están demasiado masticadas, pequeños trocitos se empiezan a esparcir por toda la boca, por lo que o se añaden más hojas o se tira la bola que tengamos.

Hojas coca
Las hojas de coca son bastante pequeñas, por lo que se suele meter una gran cantidad en la boca

 

 

Potosí

Tras Sucre, fuimos a Potosí, la que fuera villa imperial de la colonia española y la ciudad más rica del mundo. Sin embargo, aquello es pasado y aunque el pueblo sigue subsistiendo mayoritariamente de la minería, la plata pura se la llevaron los españoles manchada con sangre indígena y la riqueza se fue con sus almas.

Potosí, posee diversos atractivos turísticos, como la Casa de la Moneda, dónde se acuñaban las monedas de plata. Hoy en día es un museo interesante por su historia, aunque un poco caro. Para sacar fotografías en el interior, hay que pagar un extra que no teníamos intención ninguna de pagar, pero al repartir las acreditaciones no pidieron el ticket, por lo que nosotros levantamos la mano y coló. Os lo comentamos porque no cuesta nada intentarlo y tal vez tenéis la misma suerte que nosotros, y sino pues a haceros los suecos ;D. Además de la Casa de la Moneda, también tiene grandes plazas y muchas iglesias a visitar, así como la torre de la Compañía de Jesús desde donde se tiene una increíble vista del cerro y toda la ciudad. Nosotros aprovechamos el paseo turístico para probar las famosas salteñas de Potosí, ¡que estaban de muerte!

 

Pero lo más interesante sin duda alguna, fue la visita a las míticas minas del Cerro de Potosí, donde nos embarcamos en un tour para experimentar la dureza de la vida del minero. La decisión de hacer el tour fue todo un acierto, sobretodo por la agencia escogida, Potoch’ hij, que nos hizo vivirla de primera mano, ya que nuestro guía Antonio, antiguo minero y descendiente de mineros, era un artista. Primeramente, fuimos al mercado minero donde en una pequeña tiendita nos explicó cuales eran los elementos que minero necesita y que se vendían en este mercado: guantes, para protegerse las manos; refrescos, para combatir el calor y la sed; hojas de coca y lejía, para combatir el cansancio y la altura; cigarrillos y alcohol potable, para realizar ceremonias y rituales; y dinamita, para crear los huecos en la mina. De todas estas cosas, lo más curioso era el alcohol potable y la dinamita. El primero se trata de alcohol de 96º con el mismo olor al que utilizamos para desinfectar, pero con la diferencia que está hecha con caña de azúcar, por lo que es ¨potable¨. El segundo mientras tanto, el dato llamativo era su facilidad de compra-venta, ya que comentaba que era el único lugar en el mundo donde cualquiera podía comprar dinamita sin ningún tipo de control a cualquier edad.

Minería
Nico con los utensilios mineros: hoja de coca y alcohol en la izquierda, cigarrillos en la derecha y dinamita en la boca

 

Tras la información, compramos unos obsequios para repartirlos entre los mineros que nos encontraríamos en el interior y así, colaborar de alguna manera directamente con ellos. Y es que, actualmente la mina sobrevive gracias a la creación de cooperativas, que en realidad no lo son (por la manera de repartir los beneficios) pero actúan como tal ante los ojos del estado. Lo que cobra un minero es aquello que él mismo ha encontrado y sustraído, evitando de esta manera las ¨peleas¨ por la cantidad de horas y el empeño de cada uno, pero haciendo que la disputa por conseguir la mejor veta sea feroz. Todo esto nos lo contaron los mineros con los que estuvimos conversando y la experiencia se convirtió aún en más real, en un momento vivimos la detonación de 20 cartuchos de dinamita. Esto provocó una humareda tremenda de polvo en un tramo por donde teníamos que pasar que dificultaba muy mucho la respiración. En ese momento, cuando casi no podíamos respirar por tanto humo tóxico, nos dimos cuenta de la dureza de este trabajo y es que, como ellos mismos comentaban, ¨cuando entras en la mina, nunca sabes si volverás a salir; por eso dan gracias cada vez que salen al exterior¨. Además de eso, también realizan ofrendas y rituales al TÍO, su particular Dios vestido de diablo, para pedirle a él y la Pachamama (la Madre Tierra), permiso para trabajar la roca y protección. (Lástima que todas esas vivencias desaparecieran con el móvil sustraído en La Paz.. ¡!Hijos de mala madre! )

Tras la visita, nos quedamos conversando con el resto del grupo y Antonio, un verdadero crack que fomenta la cultura indígena local. Sin embargo, aunque estábamos muy agusto, no pudimos demorarnos mucho: habíamos descartado ir a las termas naturales que rodean Potosí y como no teníamos nada más que hacer en la zona, decidimos coger el autobús de noche a La Paz para proseguir hasta Coroico, considerado el primer pueblo turístico de Bolivia.

 

Coroico y La Paz

Coroico, es archiconocido entre los viajeros y aunque está rodeado por el espectacular paisaje de Las Yungas, no hay mucho que hacer para presupuestos mochileros. Es muy conocido por ser el final de la carretera de la muerte; un descenso de 64 kms en bici con 3600 metros de desnivel. En realidad, no es que la carretera sea tan peligrosa, pero la cantidad de accidentes mortales que se producen en él ha hecho que se ganara este nombre. De todas maneras hay que reconocer que es estrecha y que antiguamente estaba plagada de coches porque era la única vía entre La Paz y Las Yungas, así que algo de peligroso o de mortal, seguro que tiene. Sin embargo, debido al mal tiempo, únicamente pasamos una noche aquí y fuimos a la capital administrativa de Bolivia, dónde la primera tarde la pasamos de relax en el hostal por culpa de la lluvia.

 

A la mañana siguiente, domingo, cogimos el teleférico y nos fuimos a El Alto, el municipio más alto del mundo, aunque muchas veces se la considera ya un barrio de La Paz, y por eso es Potosí la que se lleva ese título. Aquí, cada domingo realizan un mercado en donde se vende de todo, desde partes de coche a coches enteros, de ropa y comida, a muebles, o de hierros y herramientas de trabajo a instrumentos de cocina. Es una visita interesante y muy recomendable, no sólo por el mercado en sí, sino por las vistas que se tienen de la ciudad tanto desde El Alto como del propio teleférico. De todas maneras, se debe ir con cuidado con las pertenencias de cada uno y evitar llevar cosas de valor.

Tras el fin de semana, nos fuimos a casa del couchsurfer Damian, un alemán afincado en La Paz, dónde disfrutamos de una estancia muy agradable. Durante los cuatro días que nos alojamos en su casa, disfrutamos de la comida vegetariana, conversaciones interesantes, series, la Champions y del turisteo. Tuvimos la oportunidad de visitar el centro histórico de La Paz, que no es gran cosa, y pasear por algunas calles llenas de tiendas de artesanías muy coloridas; pero se nos olvidó por completo visitar el mercado de hechicería. Esperamos tener la ocasión de volver a pasar por La Paz y visitarlo.

Couchsurfing
Damian fue un excelente anfitrión de couchsurfing y se lo agradecimos lo mejor que pudimos 😀

 

Otro de los días visitamos el Valle de La Luna, una especie de cañón repleto de formaciones de tierra areniscas cónicas como estalagmitas gigantes. Tras el paseo por el valle de aproximadamente media hora, nos dirigimos a la Muela del Diablo, un monte a las afueras de la Paz desde donde se puede disfrutar de espectaculares vistas panorámicas de La Paz, los nevados y la cordillera montañosa de las Yungas. Tras varios minibuses, empezamos la subida hacia la muela entre casas de ladrillos de las afueras, sin poder ver nuestro destino. Preguntamos a varios lugareños si íbamos por el buen camino y una joven pareja nos guió por un atajo de cuestas empinada, pero al final conseguimos ver la montaña. Sin embargo, las vistas de las que ya gozábamos nos convencieron suficiente para no seguir el ascenso, por lo que sacamos unas cuantas fotos mientras descansábamos un poco y empezamos nuestra bajada de vuelta.

Vistas La Paz
Mereció la pena la subida por tener estas increíbles vistas

 

Tuvimos una agradable estancia en La Paz, pero todo cambió cuando cogimos la última buseta que nos llevaría hasta el lugar donde se cogen los buses a Copacabana, nuestro siguiente destino. Tres malnacidos compichados entraron en el autobús y se sentaron alrededor nuestro. Pusieron en marcha el truco del despiste haciendo que se le caían unas monedas; como buena gente les ayudamos a recogerlas y nos la jugaron, ya que mientras tanto, el que estaba al lado de Amaia le metió la mano en el bolsillo para robarle el iPhone. Unos segundos más tarde, cuando todavía no nos habíamos dado cuenta del robo, la tercera compinchada le indicaba a Nico que se había manchado el jersey porque al parece el asiento estaba sucio (cuando realmente fue ella quien se lo tiró). Le insistía en que no se apoyara, empujándole hacia adelante y animándole a que se quitara el jersey, mientras otro intentaba abrirle la cremallera. Menos mal que con Nico no tuvieron suerte, pero es importante tener en cuenta que siempre que todas éstas son tácticas de distracción, que no se debe ¨ayudar¨ o que por lo menos, hay que tener bien agarras vuestras pertenencias. Nuestro problema fue que estábamos cogidos a las mochilas grandes y las pequeñas, donde teníamos la cámara y el Ipad, y descuidamos los bolsillos… 🙁 Tras la rabia y el disgusto inicial, viendo que ya era tarde para hacer nada, decidimos proseguir con alegría: y gracias a la complicidad familiar, para cuando llegamos a Copacabana ya teníamos las cuentas de internet bloqueadas y la línea de teléfono dada de baja. Hicimos la denuncia y nos permitimos una buena cerveza para ahogar las penas.

Paceña
La cerveza de La Paz, Paceña

 

Información práctica

Transporte
  • Autobús Sucre – Potosí: 20Bs (4 horas)
  • Autobús Potosí – La Paz: 30Bs (9 horas)
  • Autobús La Paz – Coroico: 20Bs (4 horas)
Alojamiento
  • Sucre: Alojamiento Potosí (60Bs) – Habitación privada con baño compartido y cocina
  • Potosí: Casablanca Hostel (40Bs/p) – Dormitorio compartido con cocina
  • Coroico: no nos acordamos del nombre (60Bs) – Habitación privada con baño compartido
  • La Paz: Hostal Milenio (80Bs) – Habitación privada con baño compartido
Actividades
  • Potosí
    • Casa de la Moneda: 40Bs
    • Torre Compañía de Jesús: 10Bs
    • Tour a las minas: 60Bs
  • La Paz
    • Valle de la Luna: 15Bs

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2 Respuestas

  1. Fue un gran placer conoceros en el albergue de San Miguel de Tucumán, Argentina. Gracias a vuestra charla estoy poniéndome al día con información de Bolivia y Perú de lo más práctico. Vuestro blog, además de bien escrito y muy interesante, es genial por los datos prácticos que ponéis. Mil gracias, viajeras!!
    Saludos desde villasón, primera ciudad de Bolivia frontera con La Quiaca, Argentina.
    Salud!

    Sara

    • Comiendonos El Mundo

      Hola Sara!
      Tenemos algo olvidado el blog, entre tanto asado y vino, no tenemos tiempo libre!jaja. Nos encantó que nos escribieras, esperamos que la info te sea útil y lo más importante, que te vaya todo genial y disfrutes mucho de la aventura! Fue un gran placer conocerte! Estamos en contacto a través del blog! Salud!

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