Belem gastronómico y carnavalero (días 166-169)

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Sobre las 6.30h llegamos a Belem tras una noche no muy buena por el exagerado balanceo de las hamacas. En Belem nos estaba esperando la familia de nuestra amiga Layla que nos acogería durante los días que íbamos a estar allí. Cómo les dijimos que llegábamos a las 8 (que era el horario previsto), recogimos sin prisa nuestras cosas y esperamos tranquilamente hasta que en un momento nos “auto-reconocimos” mutuamente. Y en ese momento empezó la fiesta gastronómica.

 

Gastronomía

No sólo tuvimos la suerte de probar nuevos platos e ingredientes, sino que además tuvimos la suerte de probar comida casera de verdad.

Vatapá macaixera farofa
Macaixera frita recién hecha, vatapá casero y la mejor farofa… ¡No hay nada como comer en casa!

 

Para desayunar

Nada más juntarnos, empezamos el día con un desayuno a base de cafe con leche y tapioca de mantequilla. La tapioca resultó ser una masa de harina de mandioca con virutas de coco (aunque no lo hubiéramos dicho nunca por el sabor) servida enrollada y que sorprendentemente sabía a queso, cuando teóricamente no llevaba. Nosotros probamos la básica, pero había opciones de rellenarlas como quisieras.

Tapioca brasil
Tapioca y café, desayuno ideal

 

Otro día que también desayunamos fuera de casa probamos el “migao de milho”. Aunque se parecía mucho a nuestro arroz con leche (hasta le ponían un poco de canela en polvo por encima), en vez de arroz nos encontramos con bolitas de harina y la leche era de maíz. Lo comimos entre caliente y templado y la verdad que estaba muy bueno.

Migao de milho
Cualquiera diría que es arroz con leche, ¿verdad? Pues, no… Migao de milho (maíz)

 

Açai

Una de las frutas más característica de la región es el açaí, que a simple vista se parece mucho a una arana (o endrina), pero sin embargo prácticamente no tiene carne. Cuando fuimos a comprarlo, vimos el proceso y las maquinas que utilizan para sacarle el jugo, o más bien, extraerle la piel y machacarlo hasta hacerlo puré.

Proceso açai
En esta “tienda” especializada nos enseñaron todo el proceso

 

Una vez en casa, probamos aquel puré que aunque pensábamos que se tomaba como postre, nos dijeron que habitualmente se come como plato principal. Servido en un bol, le añadimos “farinha de mandioca” e hicimos la primera prueba. Tenía un sabor amargo bastante fuerte que no nos convenció a ninguno de los dos. Por suerte, le añadimos azúcar y leche en polvo y la cosa cambió para bien. Aunque resulta una comida bastante pesada y calórica, estaba rica.

Açai farinha mandioca
Açaí con harina de mandioca

 

Jugos

Nos había encantado la variedad de jugos de frutas que habíamos probado hasta ahora en Centroamérica y Colombia, pero lo de Brasil es un fuera de serie. La cantidad de frutas diferentes que tienen sólo en el norte es una barbaridad y lo que hemos disfrutado probándolas es indescriptible (aunque el jugo de maracujá sigue siendo el rey). Como especiales probamos el jugo de murusí (un fruto parecido al açai pero más carnoso), el de cupuaçu y de vacuri. El primero no nos gustó demasiado, estaba muy acido y olía extrañamente a queso. El segundo estaba mejor, pero la manera en la que nos gustó de verdad fue en helado con “castanhas do pará” (muy parecidos a los anacardos), ¡buenísimo! Y el tercero, que estaba bueno, nos pareció muy curioso, porque al cortarlo por la mitad, lo que parecía el hueso resulto ser todavía carne, comestible y que incluso se utilizaba en los jugos comerciales tras alterarle el sabor y el color para juntarlo con el resto de la fruta.

 

Para picar

El día que fuimos a la playa con los padres de Layla también tuvimos ocasión de probar varias cosas para picar. Primero comimos unas macaixeras fritas, que sería lo equivalente a nuestras patatas bravas. Nico ya las había probado en su anterior viaje y le encantaban, así que disfrutó mucho rememorando su gusto; para mí era la primera vez en probarlo, y la verdad es que estaban muy buenas. También probamos “isca de filhote”, que son unos pinchitos de “filhote” (un pescado) rebozados que estaban muy sabrosos.

 

Comida al peso

En Brasil se estilan mucho también los buffet que funcionan pagando X el kilo: cada uno coge la comida que quiere de un buffet y se paga dependiendo del peso, restando el peso del plato, claro está. El día que fuimos no estábamos demasiado hambrientos, por lo que aprovechamos para coger un poquito de todo, sobre todo lo que no conocíamos. Probamos el palmito (que es el cogollo de la palmera), el piracurú (un pescado que nos quedó por probar en Alter do Chao) y la “feijão tropeiro” (alubias con harina de mandioca, cebolla, huevo…).

Comida brasileña
Aunque no comimos mucho, probamos un poco de todo

 

Cocidos

En esta zona del mundo también se aprovechan, y mucho, tanto la carne como los despojos de animales como el cerdo o el buey. El “mocotó”, por ejemplo, son alubias cocinadas con los despojos de buey, que Nico como buen amante de este tipo de comida, saboreó a gusto. Por otro lado, probamos también la “maniçoba”, esta vez con carne de cerdo y vaca entre otros, se cocina con agua de coco y hojas de macaixera (que se cocina durante una semana para que desprenda el acido cianhídrico que contiene y es venenoso), lo que le da una tonalidad verdosa al caldo.

 

Carnaval

Habíamos cambiado de plan de ruta para coincidir con el famoso carnaval de Brasil. Aunque las ciudades más conocidas por su carnaval están más al sur (Rio de Janeiro. Salvador de Bahia, Olinda u Ouro Preto), pensamos que todas las ciudades tendrían grandes celebraciones, bailarinas de samba y buen ambiente. Sin embargo, no fue del todo así.

Nos habían dicho que el mismo día que llegábamos, domingo de carnaval, había un “bloco” de Belem que salía de fiesta. Los “blocos” son una especie de grupo que se reúne y organiza la fiesta, lleva música en una furgoneta/camioneta o con una banda y es el que indica el recorrido. Nosotros fuimos de cabeza a donde empezaba este bloco, el “Bloco de Urubú”, sobre las 16h de la tarde y vimos como iba llegando gente disfrazada. Los disfraces eran del estilo de los de que usamos nosotros, con la ventaja del buen tiempo y una diferencia abismal de los estereotipos y las vergüenzas sociales. Vimos a la mujer maravilla, a una conejita playboy, un grupo de mexicanos y otro de “chicas que hacen aerobic”, un muñeco de Lego, una Blancanieves… Pero ninguna bailarina de samba 🙁

 

Carnaval Belem

 

Realizaron un desfile de disfraces y el bloco se puso en marcha. Para entonces nosotros ya nos habíamos juntado con unos amigos de Layla, aunque desde el primer momento habíamos conocido a gente majísima, y ya seguimos la fiesta con ellos. Cervecitas, música y buena compañía, el tiempo pasó volando y para cuando nos dimos cuenta habíamos vuelto al punto de origen, el bar The Beatles, donde para acabar un grupo tocó canciones versionadas de los Beatles.

 

Nos retiramos cuando acabó el concierto, sobre las 23h, cansados por la mala noche que habíamos pasado, pero contentos de la fiesta, aunque no fue tan grande y tan brasileña como nos lo esperábamos. Al día siguiente nos despertamos bastante bien en cuanto a tema resaca, pero al bajar a desayunar teníamos esperándonos una tacita de caribé a cada uno. Según nos contó la madre de Layla, es una bebida indígena que se toma cuando alguien necesita fuerzas tras una operación, una enfermedad o una resaca. Era de un color amarillo intenso y bastante aceitosa, pero estaba bueno, así que nos lo tomamos y empezamos con fuerza el día.

Nuestra experiencia carnavalera iba a seguir en otro pueblo el martes, Vigia, donde al parecer la celebración era más grande; pero por cambios de planes y lluvia finalmente no fuimos. Así que, no podemos decir que hemos vivido un carnaval loco brasileño (aunque hemos visto y nos han contado vivencias locas carnavaleras), pero esperamos poder volver y si la economía nos lo permite, entrar en un sambodromo, que es donde desfilas las bailarinas de samba y las carrozas que se ven por la tele.

 

Turismo

Por lo general no se puede decir que hiciéramos mucho turismo por Belem. Nada más llegar, los padres de Layla nos dieron una vuelta por el centro y principalmente fue lo que vimos de Belem. Paseamos por el mercado “Ver-o-peso”, donde vimos de todo: frutas, verduras, carnes, pescados, gambas, botecitos de medicina natural… También vimos la catedral y una fortificación, así como otras iglesias y casa de estilo portugués. Pero lo que nos llamó la atención, es la cantidad de torres nuevas de viviendas que había. El skyline se parecía muchísimo a la de cualquier ciudad estadounidense.

 

Los otros días aprovechamos para ir un poco a alguna playa de alrededor, aunque descubrimos que la idea de “ir a la playa” tiene un significado bastante diferente al nuestro. El primer día fuimos a la playa a Mosqueiro, a una hora y media en autobús. El día estaba un poco rarito y nada más llegar empezó a llover, por lo que esperamos a que parara para extender nuestra toalla en la arena. Cuando lo hicimos, era la única en toda la larga playa, y es que aquí no se tumban en la arena. Toda la gente que había por allí estaban o bien en el agua, o bien sentadas en mesas de bar tomando algo. Nosotros, seguimos fiel a nuestra tradición, aunque no duramos mucho, porque después volvió la lluvia y al final decidimos retirarnos.

La segunda playa que fuimos fue la de Caribí, cerca de Barcarena. Es una playa de agua dulce, ya que se forma alrededor del río, y cogimos un ferry para llegar allí, aunque era posible ir por carretera también. Aquí nos encontramos con que la marea estaba tan alta, que el agua tapaba por completo las terrazas de los chiringuitos de playa, que cubrían toda la costa. Obviamente aquí no había nadie tumbado al sol porque no había espacio para tumbarse, pero tras dar un paseo por la orilla, encontramos unos espacios con más arena donde tampoco había nadie.

 

La estancia en Belem fue corta pero intensa, sobre todo en comida, como ya lo habéis visto. Tanto los padres de Layla, como su hermano Diego y toda la familia se portó estupendamente con nosotros y estamos muy agradecidos por ello. Nos llevamos un gran recuerdo de todos y esperamos volver a verlos en alguna otra ocasión. Muito obrigado por tudo familia!

Familia Belem
Toda la familia de Belem nos cuido de maravilla. Muito abrigado a todos!

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2 Respuestas

  1. Hello!!!! Tenía sin leer este post pero ya vuelvo a ponerme al día!
    Joder, os habéis puesto las botas! Aunque no me extraña, con toda la comida que se vende en Brasil por la calle y la buena pinta que tiene la fruta… hasta yo que no soy muy fan de la fruta me atiborré durante un mes de todo tipo de frutas exóticas.
    Por cierto, yo el recuerdo que tengo del açai es en forma tipo de helado con algo rollo muesli, y estaba muy bueno!
    Cuando volváis a Brasil en carnaval para entrar en un Sambodromo yo me apunto, que también me quedé con las ganas!

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