De Natal a Olinda con los padres de Nico (días 180-184)

publicado en: Brasil | 0

(En este post ya faltan fotos debido a la perdida del iPhone)

Natal

El día 1 de marzo fue un largo día de bus donde nos desplazamos de Canoa Quebrada a Natal, pero iba a acabar de una manera grandiosa y estábamos ansiosos de que llegara aquel momento: llegaban los padres de Nico a visitarnos. Hacer el check-in, comprar cosas básicas de cena y desayuno y nos fuimos a su encuentro al aeropuerto. Aunque el anterior aeropuerto de Natal estaba muy cerca de la ciudad, el nuevo (recientemente inaugurado para el mundial, como demasiadas cosas en Brasil) está a casi una hora de la zona de Natal donde nos alojábamos. Además, nos dijeron que no había transporte público, así que aprovechamos el recorrido en taxi para hacer un poco de “turismo de noche”.

Tras los abrazos de bienvenida y la alegría general (junto con el cansancio del vuelo, obviamente), hicimos con ellos el mismo recorrido de vuelta. Cruzamos un modernísimo puente de colores que conecta dos grandes partes de la ciudad, pasamos al lado del Parque de las Dunas, y finalmente llegamos a Ponta Negra, la playa más famosa y la zona donde estábamos alojados.Llegar al hostal y Nico y yo explotamos en éxtasis viendo el cargamento de embutido y quesos que nos habían traído… ¡Vaya banquete!

Embutido queso
Jamón, fuet, lomo, salchichón, queso brie, idiazabal… ¡Qué más se puede pedir!

 

Al día siguiente, aunque salió un día semi-nublado y un poco lluvioso, fuimos a pasear a la playa de Ponta Negra. Allí se encuentra el Morro do Careca, una enorme duna símbolo de la ciudad. Antes de los ’90 era posible subir a la cima de la duna y bajar haciendo sandboarding (deslizarte con una tabla por la arena), pero debido a la gran cantidad de arena que se desprendía de la cima, la duna estaba perdiendo altura y con objetivo de protegerla, prohibieron esta práctica.

 

Para mediodía, ya había salido el sol y habíamos acabado con el paseo playero. Dimos una vuelta mientras hacíamos algunos recados, suficiente para que nuestros invitados se quemaran un poco, y tras comer volvimos al hostal a descansar, ya que el jet-lag se hacía notar.

 

Praia Pipa

Nuestro siguiente destino era Pipa, por lo que tras un autobús urbano que nos hizo otra ruta turística por la periferia de Natal, cogimos el bus que nos llevaría hasta allí. En el camino seguimos constatando lo verde que es Brasil y vimos lugares hermosos como Tibao do Sul, donde cuando hay marea alta el mar se encuentra con lo que es un lago en marea baja.

Praia Pipa es conocida por sus playas y sobre todo los delfines se dejan ver en sus aguas. Y es que tanto en la Bahia dos Golfinhos como en otras playas adyacentes, mientras uno nada puede ver como van asomando los lomos de delfines en diferentes puntos del agua, muy cerca. Nos hizo un día espléndido y fuimos bastante pronto a la playa, por lo que no había mucha gente. En nuestro primer baño tuvimos mucha suerte: un grupo de 3 delfines estuvo mucho tiempo nadando muy cerca de nosotros y otra pareja chilena. Ahí vimos que la otra pareja tenía una bolsita para poder meter su teléfono móvil en el agua sin riesgo de que se mojara, y tras hablar con ellos sobre su efectividad, se lo pedimos prestado para el segundo baño. Gracias a ellos, pudimos sacar fotos y videos de los delfines entre nosotros, pero no tuvimos tanta suerte como la primera vez, y la experiencia no fue tan emocionante. Sin embargo, tras la prueba con la bolsa impermeable, nos hicimos con una propia para futuros chapuzones.

 

Por lo demás, el pueblo de Pipa es pequeñito, bastante turístico y con estilo: bares de cócteles con decoración guay, tiendas de ropa de marca, restaurantes con platos muy elaborados y agencias de turismo que ofrecen excursiones en barco para ver los delfines. Por supuesto, a menos que no se sepa nadar o algo parecido, no recomendamos en absoluto este tipo de excursiones, ya que nos parece absurdo pagar por algo que puedes vivirlo de muchisimo más cerca y más real simplemente yendo a la playa.

 

Olinda

Siguiendo hacia el sur, nos fuimos a Recife para visitar su ciudad vecina, separada por una calle, Olinda. Aunque ahora Recife es bastante más grande y es además capital del estado de Pernambuco, Olinda fue la más importante de la zona en la época colonial, y su casco antiguo parece haberse congelado desde entonces. Calles empedradas, casas con hermosos balcones y, sobre todo, muchos árboles son las principales características de la ciudad.

 

Pasamos aquí únicamente medio día, suficiente para callejear. Nos llamó la atención la cantidad de graffitis que encontramos y nos gustaron mucho sus iglesias, pero lo que más contraste hacía era ver que a pocos kilometros se levantaba el enorme skyline de rascacielos de Recife. La mejor vista era desde el Alto da Se, donde se encuentra una torre con un mirador, y todavía se podía ver todo mucho mejor.

 

Para finalizar el día, en ese mismo alto y con vistas increíbles (aunque se estropearon un poco por una gran tormenta que por suerte no duró mucho), degustamos una cena brasileña maravillosa. Por una parte pedimos carne de sol con todo su acompañamiento y por otro lado, moqueca pernambucana con gambas y lo que parecía un puré de patatas. Todo estaba buenísimo y tras un helado de postre nos retiramos a descansar.

 

Información práctica

Transporte
  • Trayecto Canoa Quebrada – Natal
    • Autobús Canoa Quebrada – Aracati: R$1.35
    • Autobús Aracati – Natal: R$70
  • Taxi Ponta Negra – Aeropuerto: R$150 ida y vuelta
  • Autobús Natal – Pipa: R$13.5
  • Trayecto Pipa – Olinda
    • Minibús Pipa – Goianinha: R$3.75
    • Autobús Goianinha – Recife: R$70
    • Desde la estación de Recife hay que coger el metro hasta el centro de la ciudad y de allí coger un autobús urbano que vaya a Olinda.
Alojamientos
  • Natal: Recanto Sul Flat (R$117 piso para 4 con cocina)
  • Praia Pipa: Chalés Beijupirá (R$130 piso para 4 con cocina)
  • Olinda: Pousada e Albergue Casadehilton (R$120 habitación para 4 con desayuno)

Share

Dejar una opinión