Roadtrip: Death Valley y Las Vegas (días 34-35)

Death Valley (el Valle de la Muerte) es uno de los puntos más calurosos de Estados Unidos, por lo que en verano sobretodo no se recomienda visitarlo durante el mediodia. En nuestro caso era ya octubre, pero el calor tampoco había desaparecido del todo y como nos esperaban 4 horas y media de coche hasta el parque, nos tocó madrugar bastante. Vimos como era la entrada a la ciudad de Los Ángeles un lunes a las 6 de la mañana y ¡madre mía! Una vez pasadas las viviendas y saliendo ya a entradas de fuera de la ciudad, las colas en sentido contrario seguían y seguían…

Como información general, los parques nacionales de Estados Unidos están preparados para recorrerlos en coche y hacer recorridos a pie en diferentes puntos con duración y dificultad muy variada. La entrada cuesta entre $15 – $25 por coche, pero hay un abono anual para todos los parques que cuesta $80, lo cual en nuestro caso que íbamos a visitar muchos nos vino de perlas. Todos los parques funcionan igual: llegas a la caseta de entrada, enseñas el pase o compras la entrada y te dan un mapa del parque con todos los puntos de interés y las carreteras y un pequeño “periódico” donde explican noticias o eventos del mes, información sobre la fauna del parque y algunos consejos prácticos. Nosotros además siempre parábamos en el centro de visitantes para que los rangers nos informaran de los puntos más interesantes a visitar.

Death Valley (California)

Llegamos a la entrada de Death Valley sobre las 11 de la mañana, aunque ya antes de la entrada al parque el paisaje era increible, por lo que habíamos parado varias veces. Nos habían comentado que no valía mucho la pena si se tenía en cuenta lo que había para ver y el calor insufrible que había que aguantar, por lo que no nos esperabamos mucho. Sin embargo, nos sorprendio muy gratamente. Además de la típica estampa de desierto, se pueden encontrar salares y rocas de colores, el punto más bajo (85.5 metros bajo el nivel del mar) y el más elevado de EEUU y un paisaje rocoso precioso. Reconocemos que pasamos calor (llegamos a 44 grados), ya que la visita se alargo hasta bien pasado el mediodía, pero como nos movíamos en coche y no había recorridos para hacer a pie, lo pudimos sobrellevar muy bien.

 

Las Vegas (Arizona)

En las Las Vegas nos esperaba el típico hotel enorme, con habitaciones grandes a bastante buen precio. Nos habían comentado que las habitaciones de hoteles guay son muy baratas ya que lo que les interesa es que gastes tu dinero en el casino. Es cierto que las habitaciones son baratas para el tamaño y servicios que tienen y para estar situadas en una ciudad tan turística como Las Vegas (nosotros pagamos lo mismo que pagaríamos más adelante en moteles de pueblos cutres); pero no pudimos reservar en hoteles realmente guays como el Caesar Palace, el Paris o el Venetian, porque se nos iba de presupuesto. Además, para que aún salga más barato cuando va un grupo de amigos, lo que se hace también es reservar una habitación de 2 camas (que generalmente tiene el mismo precio que una de matrimonio king size) para dormir realmente 4 personas, ya que las camas “individuales” de estos hoteles son como una de matrimonio para nosotros. Nosotros como éramos dos, no pudimos hacerlo…

De todas maneras, hicimos la reserva en el Circus Circus añadiendo en comentarios que era nuestra luna de miel (que nadie se apure, era mentira) para que así nos pusieran un cisne, pétalos de rosa, algo de champán o algo así. Desgraciadamente, la chica nos comentó que no les llegaban los comentarios escritos en booking y por lo tanto no habían preparado nada… ¡Y nos quedamos sin detalles románticos!

 

La ciudad de Las Vegas creo que es el típico sitio que genera amor u odio de manera extrema. En mi caso me encantó y creo que el día que estuvimos se quedó corto (realmente estuvimos día y medio, pero también aprovechamos para hacer una pequeña escapada a la presa Hoover, que hace frontera con Arizona). Dentro de la extravagancia, lo aparentemente lujoso y lo artificial que es todo, me encantó recorrer los diferentes hoteles por dentro (hasta llegar a perderme en el Caesar Palace) y contemplarlos por fuera, alucinando con la grandiosidad y la exageración de todo. Además de quedarse corto, me gustaría poder volver a la ciudad en otro plan más vacacional y tranquilo, donde podamos disfrutar de una alojamiento más guay y su piscina, y sobre todo de uno de los montones de espectáculos que ofrecen los hoteles. Nuestro presupuesto y el ritmo de viaje no nos lo permitieron y será motivo para volver, jejeje.

 

Lo que sí vimos fue el espectáculo de las Fuentes del Bellagio y el del volcán del Mirage. Creemos que las fuentes tienen dos espectáculos, uno a en punto y otro a y media, pero nosotros sólo pudimos ver uno de ellos. La danza del agua y la música son muy elegantes, totalmente acordes con el hotel, y nos gustó mucho. Sin embargo, con la fama que tienen, nos gustó mucho más el espectáculo del volcán, con agua y fuego. En breve intentaremos subir los videos para que podais juzgar vosotros mismos.

Y por supuesto, hubo un poco de juego. Unas pocas monedillas al tragaperras, algunas más a la ruleta y como no, una partida al póquer del mister. Nico estaba convencido que nos haría ricos y por lo tanto quería gastarse una cantidad importante en la partida. Sin embargo, en el último momento, parece que la conciencia despertó y entró en una partida con un buying un poco más modesto. Mientras él jugaba, yo paseé por diferentes casinos, miraba otras partidas y esperaba ansiosa por saber si nuestro presupuesto económico iba a subir como la espuma. Empezaron la partida 18 jugadores y en el descanso quedaban 10, Nico entre ellos. La espera se hizo insufrible, hasta que un cabizbajo Nico que murmuraba “tenía que haber hecho esto”, “hubiera sido mejor si hubiera hecho aquello” apareció ante mi. Quedó sexto de la mesa, lo cuan no está nada mal, y nos llevamos la experiencia de ¡haber jugado al póquer en Las Vegas!