Granada y Ometepe (días 117-121)

publicado en: Nicaragua | 5

Granada está unos kilómetros al sur de Masaya y es una ciudad colonial muy turística. Aunque a mi me gustó mucho como ciudad (a Nico no tanto), agradecimos haber estado en Masaya como punto de conexión para todos los sitios de la zona y no en Granada. Aparte de los precios, que eran mucho más elevados, la gente de la ciudad estaba tan acostumbrada a turistas, que o intentaban engañarte de cualquier manera o directamente te pedían 1 dolar mientras caminabas por la calle. No sentimos esa amabilidad de poder hablar con cualquiera tranquilamente sin que a cambio te pidiera algo. Además, la invasión de turistas aquí era especialmente llamativa, ya que todos se apelotonaban en un calle semi-peatonal con bares y restaurante modernos con terraza a ambos lados que se parecía mas a un paseo de Barcelona que a cualquier pueblo de Nicaragua.

 

Con este panorama en el sector “comida”, nuestras opciones se limitaron bastante, pero aunque comimos lo mismo mañana y noche, resultó ser todo un acierto. En la plaza central, justo en frente de la colorida iglesia de Granada, se encuentran 4 kioscos de comida que ofrecían “chicharrón con yuca” y “chancho con yuca”, ademas de diferentes frescos o té helados. El chicharrón es lo que conocemos como careta de cerdo frita, que a Nico le encanta, y el chancho es una especie de carne guisada, cortada de la misma manera que nosotros, pero sin salsa y fría. La yuca es un tubérculo parecida a la patata (casualidad hace poco leímos que los McDonalds de Venezuela iban a sustituir las patatas fritas por yuca), aunque tiene una textura diferente ya que se le notan como unos “hilos” (como los del espárrago), y nos las sirvieron cocidas y frías. En cuanto a los frescos, descubrimos la “grama”, un té helado de sabor muy refrescante y color rojo fuerte. Yo que no era fan de los tés, les estoy cogiendo el gusto ahora (por lo menos en versión helada) y espero poder encontrar los que descubro aquí, allí.

 

Desde Granada gestionamos nuestro alojamiento en la isla de Ometepe, nuestro siguiente destino. Ometepe está en medio del lago Nicaragua (del cual últimamente se ha hablado bastante por el nuevo canal de Nicaragua) y nuestra idea era llegar allí con un ferry que sale 2 veces a la semana desde Granada. Sin embargo, después de hablar con el dueño del hostal al que queríamos ir, cambiamos de itinerario y al día siguiente cogimos un autobús a Rivas, después un taxi a San Jorge (que descubrimos que no era necesario porque había autobuses) y finalmente un barco que nos llevaría a la isla. Salió un poco más caro que el ferry directo desde Granada, pero ofrecía muchos más horarios y sobretodo más temprano, ya que los autobuses en la isla son escasos, especialmente en la parte a la que íbamos.

Ometepe es una isla cuya silueta se rige por 2 volcanes: Concepción y Maderas. Concepción es la más alta, tiene una forma cónica perfecta y no tiene bosque ninguno en sus laderas. La subida es muy dura, ya que se tarda entre 10 a 12 horas en hacer el recorrido de ida y vuelta y al calor del sol hay que añadirle el calor de la tierra volcánica, ya que el volcán está activo. Aunque las vistas prometen ser espectaculares, habitualmente está cubierta de una nube inmensa que se queda estancada en su cima y no muestra ningún signo de movimiento en todo el día. El Maderas, por otro lado, es un volcán totalmente diferente. Algo más fácil, sus 4 horas de ascenso y 4 horas de descenso se hacen a través de una selva húmeda, donde muchas veces el camino se convierte en un barrizal donde te hundes hasta las rodillas. No tiene prácticamente vistas, por la espesura de la selva, y muchas veces también se crean nubes por la propia humedad que emana. Es un volcán inactivo y una vez se llega a la cima, se puede disfrutar de un refrescante baño en el lago que hay en el cráter.

 

Nosotros estuvimos alojados en “La Brisa”, que está en las faldas del volcán Maderas, pero nuestra idea inicial era subir el volcán Concepción porque nos lo habían recomendado. Sin embargo, los repetidos comentarios de lo duro que era, de que había que estar muy preparado para hacerlo y de que llegar a la cima no tendríamos ninguna vista (por la nube) nos desanimaron por completo. Entonces valoramos subir el Maderas, por ser más asequible, pero tampoco tendríamos vistas y volveríamos con la ropa y sobretodo las zapatillas totalmente embarradas, lo que no nos hacía mucha gracia; así que cambio de planes, no subiríamos ningún volcán, iríamos a ver la cascada de San Ramón.

Se unió a nosotros Dimalo, un chico alemán también alojado en “La Brisa”. El plan era empezar a caminar hacia la cascada, que estaba a 14km (11km hasta San Ramón por un camino más o menos plano y 3km de subida por la montaña), con la esperanza de que alguien nos cogiera haciendo dedo. Sin embargo, aparte de un coche que nos pidió $10/pers por el trayecto, nadie más paró. Un fuerte sol nos acompañó durante las 4 horas de caminata y totalmente agotados, llegamos a la cascada sobre las 14h. Aunque no era como nos la esperábamos, el lugar era muy bonito. Nosotros creíamos que la cascada acababa en un tipo de piscina natural donde te podías bañar, pero nos encontramos con un “gran charco”, no muy profundo, que se generaba con algo de agua que se acumulaba a los pies de la cascada, por lo que el tema de “bañarnos” no era muy factible.

 

Después de refrescarnos un rato, tocaba volver. Hablamos con una familia de nicaragüenses que había allá a los que habíamos visto pasar en camioneta (y no nos habían querido coger). Les comentamos nuestra situación y se comprometieron a que cuando ellos se fueran, si nos veían en la carretera, está vez sí nos cogerían. Con esperanzas de que ellos también marcharían pronto y nos llevarían, empezamos nuestro regreso, pero las esperanzas pronto se esfumaron: vimos la camioneta en la que habían venido aparcada a 1km de la cascada, ¡y tenía una de las ruedas pinchada y totalmente desinflada! Todas nuestras esperanzas desaparecieron. Caminamos todo el recorrido hasta que a 3km del final, un joven se ofreció a llevarnos ¡aleluya! Estábamos reventados y aunque sólo fueron 3km, el trayecto en coche nos supo a gloria.

El hostal donde estábamos era muy rústico: en la mitad de la montaña, había luz generada por placas solares en el comedor y algunas “habitaciones”; nosotros dormíamos en hamacas, pero había sitio para acampar y también tres habitaciones con camas; el baño era un cuarto algo elevado del suelo, con un agujero y una tapa de wáter muy limpia que iba directo a un cubo; y la ducha era un espacio rodeado de muros y sin techo, donde el agua fría caía de un depósito. Dimos gracias a que teníamos unos maravillosos frontales que nos permitían ducharnos, ir al baño o pasear una vez había oscurecido. Pero el punto fuerte del hostal era la comida, que aunque no estaba incluido, su precio era muy asequible y las cantidades eran brutales. Filet mignon, wok y empanada de verduras, tarta de chocolate… todo riquísimo, pero la especialidad era el desayuno. No llegaba a 2.5€ e incluía un bol de frutas (plátano, sandia, melón y piña), un café o un té, 3 pancakes holandeses con chocolate casero y unas espectaculares tostadas de pan casero con tomate, aceite de oliva y sal. La primera vez que nos lo sacaron creíamos estar en el paraíso, ya que estábamos empezando a echar de menos ya algo tan simple como el pan o el aceite de oliva.

 

Aquí pasamos también el fin de año. El 31 de diciembre empezó con una sorpresa: Malcolm y Lotte, la pareja holandesa con la que viajamos en Guatemala, aparecieron para desayunar en nuestro hostal sin saber que nosotros estábamos allí. Junto con ellos, unos amigos suyos, un par de italianos que viajaban con un argentino y más gente del hostal, tuvimos una buena cena de fin de año. Lo raro fue que cenamos sobre las 20.30h y después tuvimos que literalmente “esperar” a las 12, cosa que no me había pasado en la vida. Tras felicitarnos el año, nos fuimos en busca de algo de fiesta siguiendo la música, hasta que llegamos a un “guateque” con gente local bailando de manera alucinante. Nos mezclamos entre ellos y nos lo pasamos muy bien hasta aproximadamente las 3.30h, cuando la música se calló y todos nos fuimos a descansar.

Nosotros os quisimos felicitar el año con este video, pero en la isla no teníamos internet, por lo que la felicitación a través de las redes sociales llegó un poco tarde, pero aquí lo tenéis junto con la info de cada parte:

1. Nico – Catedral de León – Vasco (euskera)
2. Amaia – Iglesia de Granada – Francés (français)
3. Nico + Dimalo – Cascada de San Ramón – Alemán (deustch)
4. Nico + Exeus + familia nicaragüense – Volcán Masaya – Castellano
5. Amaia + Vascas y catalana de la cena de Navidad (Bihotz, Laura y Carme) – Laguna de Apoyo – Catalán (català)

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5 Respuestas

  1. Jolin esas comidas tienen todas super buena pinta! Y tiene que entrar super bien después de las pateadas que os metisteis 😉

    • Comiendonos El Mundo

      No sabes tu bien… Benditos desayunos… Y bendito pa amb tomaquet!!

      • Bueno, las comidas tb parecen super delux! Xcierto, se os ve muy panchorros en las hamacas eh!!! Ya habéis empezau a dormir en ellas?

        • Comiendonos El Mundo

          Las comidas tb eran deluxe efectivamente… Respecto a las hamacas, hemos dormido varias noches ya, y de momento bastante bien, pero utilizamos una vez la nuestra que es doble, y aunque para una persona es genial, la noche que dormimos los dos no terminamos de adaptarnos demasiado bien… Esperamos que el tema mejore con la práctica

          • Jaja, nosotros a veces hemos echau siestas en la doble, cara a cara los dos, y bueno… vas haciendo pero no es lo más cómodo del mundo xD Mucho mejor solo 😉

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