Los sikh y Amritsar (días 4-5)

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Nos íbamos a Amritsar, la ciudad sagrada de los sikh, y por primera vez íbamos a coger un tren en India; uno de esos trenes famosos que van llenos de gente hasta en el techo. Nada más llegar a Delhi, habíamos intentado conseguir billetes de tren, porque habíamos leído que no era nada fácil siendo extranjero. Gracias al blog de “Mochileando por el Mundo” supimos que había una manera más fácil de hacerlo por internet, sin embargo, a nosotros no nos estaba funcionando, así que teníamos que gestionarlo en la misma estación. Nos mandaron de un lado a otro, aunque como era muy pronto por la mañana, no había mucha gente. Por desgracia, era tan pronto por la mañana, que cuando supimos donde era, no había absolutamente nadie trabajando y había ya un montón de turistas esperando, así que tuvimos que regresar en otro momento. Pasaporte en mano, nos gestionaron el billete y compramos la tarifa “Second seating” (2S) con asiento numerado y asegurado. Así a las 6.30h de la mañana del sábado nos encontramos sentados en una fila de 3 en un tren lleno de ventiladores en el techo, pero sin mucha gente, y desde luego ninguno en el tejado. A medida que el tren avanzaba, subía y bajaba gente, pero en ningún momento llegó a estar abarrotado. No sabemos si será una leyenda o es que tuvimos suerte… ¡Ya os lo seguiremos contando!

Ventiladores
Nos llamó la atención la cantidad de ventiladores que había en el techo del tren, aunque en esta época no estaban en funcionamiento claro

 

Llegamos casi a las 16h a Amritsar y nos montamos en un autobús gratuito gestionado por los sikh que nos llevó al Templo Dorado, el principal punto turístico y la gurdwara más importante de esta religión. El bus iba llenísimo y durante todo el recorrido la gente cantaba y repetía rezos. Nosotros íbamos de pie cerca del conductor, por lo que sólo veíamos 3 metros hacia adelante de suelo cuando de repente vimos las patas de un elefante frente a nosotros. ¡Un elefante en la mitad de la ciudad! Lamentablemente no nos dio tiempo a sacar una foto o volverlo a ver, pero damos fe que el día de nuestra llegada a Amritsar había al menos un elefante merodeando por la ciudad.

Para llegar al templo hay que quitarse zapatillas y calcetines y cubrirse la cabeza tanto los chicos como las chicas. Se pasa por un pequeño reguero de agua y se llega a la inmensa “plaza” del templo. En la mitad, encontramos una piscina sagrada, donde montones de sikhs se bañan semi-desnudos (las chicas también pero en un lugar cerrado lejos de las miradas indiscretas) y en la mitad de la piscina la reluciente gurdwara. El nombre de Templo Dorado es obvio y su belleza también lo es. Se llega a ella mediante el puente del gurú, donde tras hacer la cola se pueden visitar las 3 plantas del templo. Hay gente rezando en todas ellas, sentadas en la alfombra con las piernas cruzadas. Al salir del templo y cruzar de nuevo el puente del gurú, varios sikh ofrecen una bolita de comida sagrada, “karah parshad”, hecho de azúcar, mantequilla, sémola y agua.

Templo Dorado
El increíble Templo Dorado
Templo Dorado
El Templo Dorado de noche, igual de impresionante o más

 

Alrededor de la entrada al puente del gurú, también hay más gurdwaras, otras salas donde también se encuentra una copia del libro sagrado al que tratan como su dios y una persona oficiando la ceremonia que va moviendo un enorme plumón blanco para mantenerlo limpio. En un lateral de la plaza también se encuentra el museo de pinturas sikh y alrededor de toda la plaza se pueden ver muchísimas puertas con diferentes funciones que no supimos qué eran exactamente.

 

Como ya os comentamos en el post anterior, los sikh se caracterizan por su gran solidaridad y nosotros lo vivimos en primera persona, ya que estuvimos alojados en los dormitorios gratuitos que ofrecen para turistas. Además, como en todas las gurdwaras existe una cocina y un comedor donde dan de comer a todas horas y todo el mundo es bien recibido, no quisimos desaprovechar esta ocasión de integrarnos y fuimos varias veces. Nos sirvieron chapati (el pan típico indio, parecido al talo vasco), dal (son una especie de lentejas con salsa un poco picante), arroz (aunque no lo daban siempre), un tipo de potaje con patata que no supimos el nombre y kheer (un arroz con leche impresionantemente bueno). Tras comer tanto como queríamos (sin abusar) sentados en una alfombrilla alargada al lado del resto de la gente y viendo como ya empezaban a limpiar la zona para dejarlo todo limpio antes de que se sentaran los siguientes comensales, recogíamos la bandeja y nos poníamos rumbo a la salida. Allí un montón de gente organizadísima recogían todo: uno cogía las cucharas; otros las bandejas que iban pasando en cadena hasta un gran balde; al fondo se podía ver a un montón de gente fregando todo y otros aclarando; en otra parte, gente sentada en el suelo pelaba patatas, picaba cebolla o cortaba verduras; pudimos ver una máquina que hacía 30.000 chapatis al día… Y también ofrecían té para el que quisiera.

 

Sin embargo, lo más sorprendente de estos días fue el fenómeno fan un tanto extraño que vivimos (y que hemos seguido viviendo desde entonces). Muchos indios se acercaban a nosotros pidiéndonos sacarse una foto con nosotros (incluso si lo hacíamos con nuestra cámara les bastaba) o preguntarnos de donde éramos y que nos estaba pareciendo India. Algunos era por curiosidad, otros creemos que por practicar inglés o simplemente por mostrar amabilidad. Vinieron a hablar con nosotros un sikh que vivía en Australia y que había vuelto para la boda de su hermano, nos presentó a toda su familia y estuvimos un rato charlando con ellos; una chica guapísima acompañada de su madre; un profesor de música sikh que nos contó mucho sobre su religión y compartió una cena con nosotros… Lo sorprendente era la gente que sólo nos pedía una foto, generalmente selfies, y se marchaba con un apretón de manos y muchas gracias, haciendo que nos sintiéramos como Messi o Shakira.

 

Nosotros en cambio no nos atrevimos a pedirles una foto a más de un sikh de apariencia peculiar. Sus 5 características son: que nunca se cortan el pelo (ni de la cabeza ni de la barba), que tienen un peine para peinárselo, que llevan una especie de pantalón corto de tela bajo la ropa, que lucen una pulsera de acero en la muñeca derecha y siempre llevan con ellos una daga o espada (que a día de hoy es simbólica). Vimos turbantes de todos los colores y formas, también barbas peinadas de diferente manera y ropas muy variopintas, creemos que por ser domingo. La mayoría de las dagas eran pequeños cuchillos que colgaban de una cinta a la altura de la cadera, pero también hubo quien llevaba algunos cuchillos más grandes.

 

Aparte del Templo Dorado y sus alrededores, visitamos el parque Jallianwala Bagh, que rinde homenaje a los muertos de una manifestación pacífica y el templo hindú Durgiana Mandir. Pudimos haber ido a presenciar una ceremonia que se realiza cada día en la frontera con Pakistán, cerca de Amritsar. Los soldados de ambos lados realizan la bajada de banderas y el cierre de puertas con unos movimientos casi bailando y se congrega mucha gente para verlo. Nosotros dudamos de si ir o no, pero como coincidió con domingo y normalmente el fin de semana está muy abarrotado, decidimos no ir, por lo que no podemos contaros que tal es.

 

Información práctica

Transporte
  • Tren Delhi-Amritsar: ₹170 (9h) – Tarifa 2S
Alojamiento
  • Hospedaje gestionado por los sikh del Templo Dorado: gratuito (se espera donación)
Actividades
  • Entrada al Templo Dorado: gratuito
  • Entrada al templo Durgiana Mandir: gratuito
Recomendaciones y sugerencias
  • Es interesante dormir en los dormitorios comunes que ofrecen los sikh así como comer en el comedor del templo dorado por lo menos una vez.
  • Hay un autobús gratuito gestionado por los sikh que realiza el recorrido entre la estación de tren y el templo.

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