Los primeros en llegar a Río de Janeiro fuimos Nico y yo en el autobús de noche que llegó con 2 horas de retraso. No teníamos prisa, por lo que nos vino hasta bien para esperar menos a la hora de check-in del apartamento que teníamos de AirBnb. Hicimos el reconocimiento del lugar, la primera compra y nos pusimos rumbo al aeropuerto para el reencuentro familiar que se haría en 2 turnos: primero mis padres y 5 horas más tarde Garazi y Roger. Primeros momentos de emoción, pequeña puesta al día y en un rato, volvía a ser como si no nos hubiéramos separado nunca. Cena de honor con los quesos y embutidos que habían traído y todos a dormir para visitar la ciudad con energía.
Los días de Río estuvieron marcados por el horrible tráfico de la ciudad y el tiempo regular que tuvimos, sol al principio y nubes/lluvia al final. Las nubes nos estropearon algún que otro plan, pero finalmente lo pudimos remediar, por lo que podemos decir que disfrutamos de la ciudad y sus caipirinhas.
Playas: Copacabana, Ipanema, Famengo y Botafogo
La primera parada obligatoria era la playa de Copacabana que además nos quedaba justo delante de casa. Calor, chicas en tanga, gente jugando al volleyball u otros deportes… Mi opinión es que todo lo que se dice sobre esta playa es cierto, pero está algo exagerado. Agua de coco, primeras caipirinhas para los visitantes y ya estábamos totalmente integrados en el ambiente carioca. Coincidimos con las pruebas de la maratón de natación que se estaban realizando como test para las olimpiadas del 2016 y aunque había algo de neblina, pudimos tener la primera vista del Pan de Azúcar.
En el resto de playas no pudimos extender nuestras toallas al sol, básicamente porque el tiempo no acompañaba y por lo tanto las vimos de paso, de noche o a lo lejos. La de Ipanema también estaba cerca de casa y paseamos por ella una de la noches. Aunque de día está muy ajetreada, nosotros no vimos a casi nadie y lo que más llamaba la atención eran los apartamentos lujosos que se veían junto al paseo y las luces de la favela Vidigal en una de las esquinas de la playa. Otra playa que vimos fue la de Flamengo, no tan conocida con las otras y por lo tanto más tranquila, pasamos por allí de camino a un restaurante. Y por último Botafogo. Una playa en donde nadie se baña porque esta llena de barcos y algo sucia, y que además de verla desde el Pan de Azúcar, pasamos varias ve es junto a ellas.
Pan de Azúcar
Nuestra primera experiencia en los autobuses de Río fue de camino al Pan de Azúcar y comprobamos lo mucho que se tarda en llegar de un lugar a otro, el caos circulatorio que existe en la ciudad y lo mal que conducen en general. Nuestra idea era llegar antes del atardecer para poder ver las vistas de día y de noche; pero con tanto retraso, para cuando llegamos al pie del teleférico, el sol ya había empezado a ocultarse y tuvimos que conformarnos con sólo las vistas nocturnas. La primera parada del teleférico es el Morro de Urca y el segundo el Pan de Azúcar, y ambas paradas tienen vistas espectaculares de toda la ciudad y la bahía de Guanabara.
Maracanã
El famoso estadio era un lugar a visitar, pero principalmente asistiendo a un partido. Tras comprobar el calendario, descartamos el derbi entre el Flamengo y el Fluminense porque era el mismo día que el avión de vuelta de la familia, pero también por las posibles tensiones que se pudieran crear entre los aficionados; y fuimos al partido del Flamengo contra el Sao Paulo. Compramos las entradas por la mañana y como eran muy baratas, acabamos apuntándonos toda la familia. El partido en sí no fue nada del otro mundo, aunque ganaron los locales y eso siempre se agradece, pero estar entre la afición y verlos animar a su equipo, fue muy divertido.
Centro de la ciudad
El centro lo visitamos en dos días diferentes. En el primero, vimos la zona de Lapa y el Centro donde las principales atracciones son el Teatro Nacional; la «Escadaria Selaron», una escalinata recubierta de azulejos de todos los tipos, colores, dibujos y significados diferentes; los arcos de Lapa, que dan bienvenida al barrio con más marcha y sobre el cual pasa un tranvía; y la catedral, que con su forma cónica llama muchísimo la atención.
En el segundo día, nos fuimos un poco más al norte que la otra vez, al barrio de Saúde, donde entre obra y obra (ya que tienen muchas calles cortadas por la construcción de un tranvía para las olimpíadas que teóricamente debería mejorar la circulación de la ciudad) visitamos varias iglesias, paseamos entre enormes edificios de oficinas y contemplamos el edificio del Museo de Arte de Rio con su extraño tejado.
Cristo Redentor
Nuestra relación con el Cristo Redentor terminó siendo un poco de amor-odio, ya que la primera visita que le hicimos no fue demasiado fructífera. Tras comprar el ticket, nos montamos en el funicular rojo que sube hasta la cima, pero ya en la mitad del camino vimos que aquello no iba a acabar como nosotros queríamos. Una nube blanca y densa estaba agarrada al monte Corcovado y no parecía tener intención alguna de moverse de allí. Las esperadas vistas de Río durante la subida no llegaban y al llegar a la cima se confirmó nuestra peor sospecha: no había Cristo alguno. Miramos de un lado y del otro, soplamos con todas nuestras fuerzas, pero lo máximo que pudimos ver fue una pequeña parte de la túnica a la altura de los pies, por lo que bastante frustrados volvimos a bajar en el funicular. Hicimos un intento, junto con otros brasileños, de intentar que nos devolvieran el dinero o que nos dieran un pase para otro día, pero fue inútil, por lo que media vuelta y seguimos con el resto de la ciudad, prometiendo que volveríamos.
Al inicio pensar volverlo a intentar el penúltimo día antes de los vuelos, ya que estaba planeado pasar una noche más en Rio, sin embargo comprobamos que el tiempo anunciado era también regular, así que no quisimos arriesgar. En nuestros planes, estaba previsto pasar por la ciudad una vez más sin hacer noche y sólo para recoger el coche de alquiler, y resultó que este día iba a ser soleado, caluroso y espléndido. Perfecto, aunque un poco ajustado en el planning para la re-visita al Cristo Redentor. Y esta vez sí. Dejar las maletas en la estación de autobuses, volar hacia los taxis y volvíamos a estar en el funicular rojo. Vistas impresionantes durante el viaje y en la cima. Una estatua enorme aunque no tan impactante como esperábamos vigilando la ciudad de Rio de Janeiro. Y mucha gente a la que esquivar para conseguir alguna foto decente. Finalmente, pudimos cerrar el capítulo de esta maravilla del mundo, nuestra cuarta. ¡Ya vamos más de la mitad!
Pedra Bonita
Nos habían hablado muy bien de las vistas de Pedra Bonita, que era un paseo por la montaña bastante fácil y que era relativamente sencillo de llegar al inicio del sendero, por lo que estábamos convencidos de hacerlo. El día volvió a amanecer nublado y aunque dudamos por unos instantes, decidimos ir de todas maneras, esta vez en taxi, para no perder tanto tiempo. El sol brilló de vez en cuando, pero las nubes se resistían a separarse de la piedra, por lo que lo único que vimos al llegar a la cima fue blancura, un espeso nada blanco. Un pequeño descanso y empezamos el descenso para ir a un conocido punto de salto de ala delta. Por suerte, al estar algo más abajo, las nubes daban un poco de tregua y había más visibilidad de la playa de São Conrado, justo en frente. Vimos a unos cuantos turistas lanzarse al vacío con monitores y volar como pájaros, en una ruta que sobre volaría la ciudad, incluyendo la estatua del Cristo. La excursión no fue del todo satisfactoria, pero estuvo bien intentarlo.
Niteroi
Aprovechamos una de las tardes para cruzar al otro lado de la bahía de Guanabara, a la ciudad de Niteroi. Pasamos en barco y llegamos al lado del «Caminho Niemeyer», una explanada donde el arquitecto tiene varios edificios construidos, entre los que destaca el Teatro Popular. En la misma explanada, coincidimos con una exposición sobre el parto normal en el que, por supuesto, Garazi estaba muy interesada y aprendió mucho sobre la situación brasileña en este tema. Seguimos la visita en el Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi, cuyo edificio, también del famoso arquitecto brasileño, tiene forma de platillo volante. Y para finalizar, un regreso en autobús que duró bastante más de la cuenta por el gran puente que cruza la bahía entre las dos ciudades.
Santa Teresa
Para no andar con prisas o agobiados, regresamos a Rio el día anterior a los vuelos y nos instalamos en el barrio de Santa Teresa, conocido por su ambiente. Al principio pensamos que estábamos un poco alejados del centro, pero enseguida nos dimos cuenta que estábamos muy cerca de la calle principal del barrio abarrotado de bares, restaurantes y gente y que con un corto paseo llegábamos directamente al corazón de Lapa. No tuvimos tiempo de hacer mucho, pero visitamos el Parque de la Ruinas, muy bonito y original con espectaculares vistas, e hicimos un intento fallido de dar una vuelta en el recién re-instaurado tranvía, que lamentablemente no funciona los domingos.
Gastronomía
Lamentablemente tengo que reconocer que con la emoción de tener a la familia entre nosotros, me he descuidado un poco de mis labores como fotógrafa del blog y no tenemos muchos documentos fotográficos de lo que comimos, como es el caso de los quesos y embutidos que trajeron los visitantes. De todas maneras, y aunque una imagen vale más que mil palabras, se hará lo que se pueda.
Uno de los momentos cumbres gastronómicos fue el rodizio de carne que nos metimos entre pecho y espalda. El rodizio es cuando, pagando buffet libre, los camareros se acercan a la mesa con diferentes tipos de carne a medida que éstos van saliendo de la cocina y cortan varios trozos para el que quiera. Además, en este que fuimos, había buffet para ensaladas, sushi, pasta, quesos y otro montón de cosas más de acompañamiento. Fue nuestro primer rodizio también, ya que con todo el tiempo que habíamos pasado en Brasil no habíamos tenido ocasión de ir a uno y no queríamos marchar sin probarlo.
En otra ocasión, hicimos que probaran el típico plato brasileño a base de filete encebollado, arroz y feijão (alubias), farofa y patatas en un bar clásico; también saborearon la macaixera frita en una ajetreada terraza de Lapa mientras tomábamos una cerveza bien helada (como se toman las cervezas en Brasil). En Santa Teresa, también pudimos comer comida tradicional nordestina que tanto nos había gustado a nosotros; sobre todo, las tapiocas. Y como extra, fuimos invitados por Guilherme, un amigo carioca de Roger, a su casa a degustar comida libanesa, ya que tiene ascendencia de este país. Nos preparó un excelente picoteo con humus y baba ganouch casero, y diferentes platos principales como una ensalada de menta, tomate y sésamo; un arroz con lentejas que estaba muy bueno; y muchas cosas más. Fue una suerte enorme que pudiéramos degustar aquella gran selección de platos orientales y por eso ¡muchas gracias Guilherme!
Datos de interés
Transporte
- Autobús urbano en Rio: R$3.4
Alojamiento
- Piso para 6 personas en AirBnb: R$375 al día
- Pousada Casarão Santa Elena
- R$153 habitación con baño compartido y desayuno
- R$171 habitación con baño privado y desayuno
- R$189 habitación deluxe con baño privado y desayuno
Actividades
- Teleférico Pão de Açucar: R$61
- Cristo Redento: R$51 (subida en funicular + entrada)
- Hay opción de subir en un autobús que sale de Largo Machado y pagar la entrada por separado. Viene a costar lo mismo o un poco más barato.
- Entradas para el partido en el Maracanã: R$60
Recomendaciones y sugerencias
- Aunque salga algo más caro, recomendamos moverse en taxi, ya que los autobuses son extremadamente lentos y poco frecuentes, lo que hacen perder demasiado tiempo.
- Si el día está nublado o con neblina, recomendamos NO subir al Cristo Redentor. La nube se puede agarrar a la montaña en muy poco tiempo y aunque desde abajo se vea la estatua, puede ser que para cuando se llegue arriba no haya nada que ver.
- Por lo menos hasta que se acaben las obras para las olimpiadas, no recomendamos regresar de Niteroi a Rio en autobús en hora punta, ya que el atasco es increíble.
- Los sábados a la noche, el barrio de Lapa está lleno de gente y muy buen ambiente, bares con terraza y música en vivo.
- Subir a Pedra Bonita (o a la Pedra de Gavea si se tiene más preparación física) un día despejado para disfrutar de las vistas.
- Recomendamos dar una vuelta por el barrio de Santa Teresa, especialmente el fin de semana al mediodía.
arbalon
Estupendo el resumen de esos dias.Las fotos muy bonitas, y los recuerdos maravillosos…. ondo segi pareja!!!!!
Comiendonos El Mundo
Sobre todo los recuerdos!! ?? Patxo!!