Templo de los Monos

Pushkar, Jaipur y alrededores (días 24-28)

Pushkar

Jaipur iba a ser la siguiente ciudad grande que visitaríamos, pero primero pasaríamos unos días en Pushkar en busca de tranquilidad tanto para nosotros como para Amaia, que al fin y al cabo, había venido a pasar sus 15 días de vacaciones. De todas maneras, Pushkar no resultó ser lo tranquilo que yo me esperaba. Es cierto que en comparación con las otras ciudades donde habíamos estado, este pueblo es mucho más pequeño, no hay muchos tuc-tucs agobiándote y la carretera principal queda al margen del pueblo, por lo que parece que las callejuelas te protegen del tráfico. Sin embargo, la calle principal del bazar está siempre abarrotada de gente, las motos esquivan de forma peligrosa las vacas que se les cruzan, los comerciantes de las tiendas intentan de manera desesperada llamar la atención del turista… Vamos, que no es precisamente relajante. Y es que, según las guías de viaje, Pushkar es el lugar con mejores precios para las compras de souvenirs y demás.

Pero su principal atracción es su lago sagrado, donde los turistas sólo tienen acceso a unas partes (al menos de manera gratuita). Aquí sí existe la tranquilidad. Un lago «rectangular» en la mitad del pueblo rodeado de escaleras que descienden y se introducen en el agua llamados «ghat» en India. Otros momentos de tranquilidad los encontramos en la terraza de nuestro hostal. Una de las veces desayunando y otra escapando del sol abrasador del mediodía, la altura de los edificios ayuda a escapar del ruido y el ritmo nada estresado de los bares indios junto con unas buenas vistas, te teletransportan fuera del caos. Así aprovechamos Amaia y yo para tener una agradable conversación de viejas amigas sobre el futuro, el pasado y la vida en general; o planificamos entre los tres los días de viaje que nos quedaban; intentamos exprimir al máximo un buen internet… Cosas cotidianas de la vida que son necesarias hacerlas también cuando se está de viaje.

 

Además del lago, visitamos varios templos: una preciosa gurdwara, uno en el que no dejaban entrar a turistas, otro en la cima de una montaña con amplias vistas de todo el alrededor… Pero lo mejor fue una boda que encontramos en mitad de la calle yendo de paseo. El jolgorio se escuchaba desde lejos y es que una banda tocaba para un montón de gente (sobre todo mujeres) que bailaban delante de un edificio. Entre ellos había dos chicas turistas y mientras sacábamos fotos y videos, pronto nos invitaron a unirnos a nosotros también. Yo quería ir, pero me daba vergüenza ir sola, por lo que aunque me costó un poco convencí a Amaia a que se viniera conmigo. Entre todas la mujeres imitamos sus bailes con las manos, giramos, saltamos y nos agarramos de la mano. Fue muy divertido y agotador, pero por mucho que lo intentamos, no conseguimos descubrir quien era la novia.

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Jaipur

Jaipur es una ciudad-ciudad. Capital del estado de Rajasthan, su parte histórica, la ciudad rosa, está rodeada de una urbe con grandes avenidas, algunos parques y como no, mucho tráfico. Llegamos al mediodía y nos dirigimos a la ciudad rosa con un aplastante calor. Fotografiamos el Hawa Mahal, una fachada enorme del palacio llena de ventanas de colores desde donde antiguamente las mujeres de la corte escuchaban los últimos rumores que pululaban por la ciudad. El intenso tráfico que circula por la calle a donde dan las ventanas desluce un poco el lugar, pero estamos seguros cuando el sol le da directamente no hay nada que empañe su belleza. Además del Hawa Mahal, nos acercamos a Jantar Mantar, el observatorio astronómico, donde sin entrar, pudimos ver algunas de las estructuras que se utilizaban para mediante sombras y demás calcular las estaciones, por ejemplo. También entramos, sin quererlo, en el Palacio de la Ciudad. Y digo sin quererlo porque no teníamos intención de pagar una entrada que nos había dicho que era excesiva para lo que era, pero creíamos que había un tipo de mirador desde donde se podía ver parte del edificio. En busca de este mirador, entramos a la cafeteria, avanzamos, avanzamos, y sin darnos cuenta ni nadie nos parara, nos encontramos dentro del palacio. No pudimos visitarlo todo porque para entrar en algunas salas pedían el ticket, pero disfrutamos de varios patios y bonitas fachadas.

 

Acabamos sofocados, caminando desesperados por las afueras de la ciudad rosa en busca de algo que se pareciera a un bar, un sitio para sentarse y tomarnos algo fresco. Lo más parecido que encontramos fue una heladería, así que estuvimos allí tomando el único helado que hemos comido en India hasta que llegó la hora de nuestra siguiente cita: el cine. Jaipur tiene el cine más famoso de todo Asia (eso nos dijo la del hostal, aunque no sabemos muy bien porque), el Raj Mandir. Las películas que allí daban son de Bollywood y por supuesto, están en hindi; pero nos recomendaron que fuéramos para ver el ambiente de dentro. Sin saber lo que encontraríamos, compramos las entradas para ver «Neerja», compramos palomitas y esperamos en la antesala. La película fue interesante: basada en la historia real de la azafata de un vuelo secuestrado, y sorprendentemente, nos enteramos de mucho (sin entrar en los diálogos claro). Sin embargo, fue totalmente diferente a la idea de Bollywood que nosotros teníamos: la música, las canciones y los bailes no tenían mucha cabida en la historia. Y en cuanto al ambiente de la sala, nos chocó, pero no fue por las risas, los lloros o las sensaciones que nos habían contado; sino por el ruido, las conversaciones en tono normal con alguien 3 filas más atrás o por teléfono, bebés y niños en la sala, gente entrando o yéndose en mitad de la película… Pero sobretodo, cómo todos dieron por finalizada la peli tras el desenlace, sin esperar a los 10 minutos de despedida final, levantándose, hablando, riendo… con las luces todavía apagadas.

 

El segundo día visitamos el fuerte de Amber, una gran fortaleza refugiada entre las montañas. No seguimos las recomendaciones de nuestro hostal de no entrar por precio demasiado caro y al final nos arrepentimos. Lo único que merecía la pena era la galería de espejos, pero sino, la visita desde fuera del fuerte es más que suficiente. También vimos los elefantes que utiliza la gente para subir hasta el fuerte, con la frente pintada; práctica que desde luego no recomendamos. Para acabar el dia, fuimos a ver el atardecer al Sun Temple y después al templo de los monos, el Galta Ji. Amaia no podía dejar de sacar fotos a todos los monos y repetir lo graciosos que eran , y es que había un montó de ellos.

 

Chand Baori y la gran odisea

Nuestra siguiente y última parada con Amaia era Agra, pero antes haríamos un alto en el camino para visitar Chand Baori. Este pozo en forma de pirámide invertida con montones de escaleras no se sabe de cuando data y desde luego es un lugar muy curioso de visitar. Tras descender del autobús en Sikandra, cogimos un tuc-tuc con una chica japonesa e hicimos una visita de unos 20 minutos para después volver al punto donde nos había dejado el autobús, con idea de subir al primero que pasara en dirección Agra. Serían la 13h del mediodía y todavía no sabíamos lo mucho que nos iba a costar llegar a Agra.

 

La gente empezó a decirnos que no había bus a Agra, pero como la mayoría eran taxistas, desconfiamos de ellos pensando que nos querían engañar para ellos hacer negocio. Sin embargo, los buses pasaban y pasaban y al parecer ninguno iba a Agra. Además la encrucijada donde estábamos parados tenía mucho tráfico y eso implicaba camiones, coches, 4x4s, motos, tuc-tucs… Y todas sus bocinas a la vez, bajo un sol abrasador sin sombra. Vamos, un lugar donde la irascibilidad puede salir muy a flor de piel. El tiempo avanzaba y parecía cada vez más probable que efectivamente no hubiera buses a Agra. Finalmente cogimos otro en dirección opuesta, que nos llevaría a una ciudad algo más grande con estación de tren: Dausa. Al llegar, en la estación de buses nos confirmaron que no había ninguno a nuestro destino, que fuéramos a la estación de tren, y de camino descubrimos que estaba pasando. Nos equivocamos y entramos en una comisaría de policía, y allí nos dijeron que las protestas de los Jet en el norte para pedir la degradación de su casta se había extendido en esa parte del Rajasthan y había problemas en la zona entre Dausa y Agra. Confirmamos en la estación de trenes que ninguno estaba saliendo tampoco y regresamos a la policía en busca de ayuda para contratar un taxi que Amaia se había ofrecido amablemente a contratar. Los policías se portaron muy bien, dándonos todo tipo de información e ideas, ofreciéndonos agua y refresco, pero lamentablemente no solucionándonos gran cosa. Al principio el taxi parecía cosa fácil; después empezaron a preocuparse por cómo iría Amaia de Agra a Delhi el día del vuelo de regreso; nos proponían también volver a Jaipur, coger allí un avión a Delhi para luego bajar a Agra… Cosas sin demasiado sentido. Al final, llegaron a la conclusión de que nuestra mejor opción era coger un bus de 3h a Sawaimadhopur y allí un tren a Agra (que según confirmó por teléfono estaban saliendo cada hora). Agotados pero contentos de ver la luz al final del túnel nos pusimos en marcha, pero se confirmaron nuestros pensamientos más negativos al llegar: no había tren hasta las 12 de la noche. Algo era algo, y nos fuimos a cenar valorando si coger ese tren o pasar la noche y coger primero del día siguiente. Optamos por la primera opción, pero estando a punto de comprar el billete oímos a mucha gente hablar de Agra: Agra por aquí, Agra por allá. «¿Hay algún otro tren antes que medianoche a Agra?» preguntamos a la chica de la taquilla. «Sí, está ahora mismo en la vía». Alucinados compramos los billetes, corrimos por toda la estación y entramos en el tren con una sonrisa de oreja a oreja. De madrugada, pero por fin llegaríamos a Agra. Y en estas estábamos cuando se nos acerca una india que hablaba perfecto inglés diciendo que el tren no iba a Agra. Bajón. Que inicialmente sí, pero lo habían desviado por las protestas y pararía en un pueblo de las afueras, no muy seguro y donde nos recomendaba pasar la noche en la estación en vez de coger un taxi de noche. Bueno, algo es mejor que nada y ya estábamos en el tren así que… Fuimos a buscar unos huecos libres en el tren para dormir un poco y cuando pasó el revisor le volvimos a preguntar por Agra y… ¡Sorpresa! Al final sí que iba a parar allí. ¡Veredicto final! Llegamos a la ciudad a la 1am, en una travesía que nos llevó 12 horas cuando estábamos a menos de 200km. La dura vida del mochilero…

 

Información práctica

Transporte
  • Autobús Pushkar-Jaipur: ₹145/₹100 (Hombre/Mujeres) (3h 30min) Empresa Rsrtc
  • Bus urbano desde nuestro hostal al Fuerte de Amber: ₹20/₹14 (Hombre/Mujeres) Autobús rojo 1 o 5
  • Bus urbano desde Fuerte de Amber a la puerta Ajmeri: ₹15/₹11 (Hombre/Mujeres) Autobús rojo 1 o 5
  • Auto-rickshaw desde la zona del cine al Sun Temple, espera y vuelta al hostal: ₹400
  • Autobús Jaipur-Sikandra: ₹90/₹70 (Hombre/Mujeres) (2h 30min) Empresa Rsrtc
  • Auto-rickshaw Sikandra-Chand Baori: ₹200 (ida y vuelta con espera de 20min para 4 personas)
  • Autobús Sikandra-Dausa: ₹25/₹17 (Hombres/Mujeres) (45min) Empresa Rsrtc
  • Autobús Dausa-Sawaimadhopur: ₹95/₹70 (Hombres/Mujeres) (2h) Empresa Rsrtc
  • Tren Sawaimadhopur-Agra: ₹85 (5h)
Alojamiento
  • Pushkar: Hotel Mount Everest (₹500 habitación triple con baño privado, wifi y agua caliente)
  • Jaipur: PinkTurban Hostel (₹100 cama en dormitorio compartido, wifi y agua caliente)
Actividades
  • Museo Albert Hall: ₹300 (no entramos)
  • Hawa Mahal: ₹200 (no entramos)
  • Jantar Mantar: ₹200 (no entramos)
  • City Palace: ₹400
    • Conseguimos entrar desde el café casi sin quererlo, así que no pagamos nada.
  • Cine Raj Mandir: ₹120 ver una película
  • Fuerte de Amber: ₹500/₹100 con descuento de estudiante
Recomendaciones y sugerencias
  • Degustar uno de los dürums de falafel en la calle principal del Bazar en Púshkar. ¡Estaban deliciosos!
  • Comer en el Om Shiva Garden Restaurant de Púshkar. Lugar relajado y buena comida, sobre todo la patata rellena.
  • Darse el lujo (unos 4-5€ pp) de cenar en el Peacock Restaurant del hotel Pearl Palace de Jaipur. Lugar súper bien decorado con toque romántico y platos de pollo exquisitos.
  • Disfrutar de una película de Bollywood en el cine Raj Mandir de Jaipur.
  • Si queréis disfrutar de una puesta de sol en el Sun Temple de Jaipur que no os cuelen el falso templo de monos. El real, está a un km detrás de donde os dejarán. Insistid si queréis ir (muy recomendable) que os lleven al Galta Temple.

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