Durante los días que se «cocinaba» nuestro visado chino, decidimos ir a visitar la costa de Camboya. Casi dos meses sin mar y ya lo echábamos de menos. Sihanoukville, era el puerto de salida a nuestra primera parada, con lo que tuvimos que hacer noche en ella. El ambiente lúdico-festivo anglosajón es el que predomina en la zona de Serendipity, donde nos alojamos. Como no es lo que nos motiva, poco más hicimos que cenar en un italiano con buena pinta y gestionar nuestro pasaje a la isla de Koh Rong.
Koh Rong
Si a playas de arena blanca con agua cristalina le sumas mochileros, alcohol y un proyecto por construir resorts de lujo obtenemos como resultado otro paraíso pervertido en el sudeste asiático. Eso es lo que va a acabar siendo Koh Rong en Camboya. Una isla con playas de ensueño que se dividirá en zonas para ricos y caros resorts y zona de fiesta sin parar para mochileros. Pero bueno, aún no está completamente perdido, para aquellos con nuestros mismos gustos. Nosotros llegamos en temporada baja y alejándonos sólo 15 minutos del pueblo y playa principal, éramos capaces de encontrarnos playas preciosas para nosotros solos. Pero la temporada baja tiene un riesgo y es que el tiempo permita disfrutar de esas playas. Durante los cuatro días que estuvimos, llovió sin casi ningún descanso que nos permitiera disfrutar del idílico lugar. Por ello, gran parte del tiempo teníamos que saltar de restaurante en restaurante en búsqueda de wifi para trabajar un poco cobijándonos de la lluvia y así aprovechar el tiempo.
Aún así, una mañana pudimos acercarnos hasta la famosa Long Beach. Un camino entre la vegetación, con una bajada final no apta para chancletas, te descubre esta larga playa. Habíamos leído tantas buenas opiniones que encontrarnos escabadoras construyendo un espigón fue como una gran bofetada en toda la cara. Sin embargo, una vez pasas esa zona, la famosa playa paradisíaca todavía resiste. Desde que llegamos unas nubes en el horizonte amenazaban con más lluvia por lo que no pudimos disfrutar de la playa por mucho tiempo; pero nos dio tiempo a conocer un ecuatoriano bien majo que recorre Asia en bicicleta. Tras un chapuzón y admirar el espectáculo de nubes que se acercaba a nosotros, fuimos a refugiarnos de la tormenta y en cuanto paró emprendimos la vuelta en vistas que el tiempo no iba a mejorar. Long Beach apunta maneras, pero entre las obras y el mal tiempo, no nos pareció tan espectacular como otras playas que hemos visto como «Godfather beach» en Dawei o «Lopes Mendes» en Ilha Grande. Seguro que con sol mejora, pero… Nuestro reencuentro con el mar no se produjo en las mejores condiciones y no pudimos disfrutarlo todo lo que nos hubiera gustado, así que nos fuimos un poco con pena.
Kampot
Nuestro periplo por el sur de Camboya nos conducía hacia Kampot. Este pueblo, que fuera popular entre los mejores chefs franceses por la exquisitez de su pimienta, es una buena base para explorar la zona. Llegamos y al poco ya estábamos paseando alrededor del río y por sus callejuelas. Hay que reconocer que cuenta con una gran oferta de restaurantes y bares, fuera de nuestro alcance mochilero, con muy buena pinta. Como estaba nublado y no íbamos a disfrutar de la puesta de sol en el río, pasamos del atardecer y nos fuimos al mercado nocturno, bastante pequeño y focalizado más en compras que en comida. Kampot, se recorre en poco tiempo y es curioso observar los monumentos en las rotondas, especialmente el dedicado al durián, esa apestosa fruta prohibida en algunos lugares públicos del sudeste asiático.
Al día siguiente, con el tiempo de cara íbamos a explorar la zona en moto, pero cambiamos de plan. Amaia llevaba dos semanas intentando curar una pequeña herida que se había hecho en el pie y cómo esta no sólo no mejoraba, sino que se estaba haciendo más grande, aprovechamos para ir al hospital a que se lo miraran. Contactamos con nuestro seguro IATI que nos indicó donde podíamos ir y nos comunicó que ellos se encargaban directamente de todos los gastos, que siempre es tranquilizador. Al llegar al hospital, rápidamente aparecieron un médico y la responsable de seguros internacionales, ambos extranjeros, para asistirnos y «acompañarnos» en el proceso. Nos trataron de maravilla hasta el punto de hacernos sentir un tanto incómodos por la atención extra que recibimos. La herida la trató un cirujano camboyano, aunque probablemente lo podría haber tratado una enfermera sin problemas, y todos hicieron un esfuerzo extra para que no tuviéramos que esperar mucho. Tras la cura, quedamos en que volveríamos en dos días para el seguimiento y nos marchamos encantados. Entre pitos y flautas, ya eran las tres de la tarde y amenazaba tormenta, con lo que decidimos posponer la visita que habíamos planeado para el día siguiente.
Alquilamos una moto para ir a Kep, un pequeño pueblo en la costa famoso por su mercado de cangrejos. Para variar, todos los hombres se riéron de mí porque Amaia conducía la moto y yo iba de paquete. En el sudeste asiático no logran entender que un conductor con más experiencia es mejor que no hacerse el machito… En Kep nos ha sorprendido gratamente su paseo marítimo y la playa. Es un buen lugar donde pasar el día. Pero el objetivo era su mercado, donde además de cangrejo es posible encontrar todo tipo de mariscos y pescados para comprar y comer. No fuimos capaz de negociar con las mujeres un precio decente y estábamos seguros que nos hubieran colado los malos, los que los camboyanos no querían, nos decantamos por comprar algo cocinado: calamares y raya. Era la primera vez que probábamos este último y la verdad que estaba exquisito. Acompañamos la comida con unos jugos de caña de azúcar y finalizamos la visita disfrutando nuevamente del paisaje desde la carretera en un día que parecía, por fín, soleado.
El último día, volvimos al hospital para la cura de seguimiento. La herida seguía un poco infectada pero nada de lo que preocuparse, así que cura en profundidad de nuevo y listos para marcharnos. Pero habíamos visto en facebook que tenían una unidad para donar sangre, con lo que aprovechamos la visita para ello. Nos enterneció observar como toda la gente que se enteraba que estábamos donando sangre se ponía muy contento y nos lo agradecía eufóricamente varias veces. Y si además eres donante universal, como Amaia, ya te hacen hasta la ola. El cirujano que había tratado la herida de Amaia nos comentó que la gente local de Camboya no se anima mucho a donar ya que creen que los hace más débiles porque no entienden realmente que la sangre se regenera y que donarlo no supone ningún riesgo para su salud, por eso nuestra sangre les sería de mucha utilidad. De hecho, él mismo nos comentó que seguramente lo utilizarían para la operación de un niño esa misma semana, y nosotros nos fuimos más felices que nunca.
Información práctica
Transporte
- Autobús Phnom Penh – Sihanoukville: $5 (6h) Empresa Capitol
- Barco lento Sihanoukville – Koh Rong: $10 ida y vuelta (2h)
- Mini Van Sihanoukville – Kampot: $5,5 (3h) Empresa Anny Tours
- Si contratas en Serendipity es más económico pero compartimos un tuk-tuk con unos franceses y éstos habían cerrado con el tuk-tuk un lugar donde se llevaba comisión
- Autobús Kampot – Phnom Penh: $4,5 (3-4h) Empresa Capitol Tours
Alojamiento
- Sihanoukville
- Morakhot Guesthouse (Outchenal Street): $6 habitación doble con baño privado, ventilador y wifi. (En Utopia hay dorms a $2 pero no estábamos para bares festivos)
- Koh Rong
- Hain Hain Guesthouse: $5 habitación doble con baño compartido, ventilador y agua para rellenar. No Wifi.
- Al salir del pier, girad a la izquierda hasta que veáis una señal que os indica. Está en un callejón que coges a la derecha del Green Ocean.
- Hain Hain Guesthouse: $5 habitación doble con baño compartido, ventilador y agua para rellenar. No Wifi.
- Kampot
- Borey Vattanac Guesthouse (calle 730 esq. ): $7 hab. con baño privado, wifi, ventilador y servicio guay. En la misma calle pasada la rotonda hay otros sitios por 5 o 6 dólares, pero nos gustó y nos quedamos.
Recomendaciones y sugerencias
- Desde Sihanoukville, es posible ir a Koh Ta Kiev. Al parecer es algo más caro que Koh Rong pero menos masificado. Eso nos dijo un alemán.
- El café con leche condensada del Three Brothers está de muerte. La comida es de la más barata de la isla.
- Al lado del Three Brothers, el Ponleu Pich tiene un internet muy bueno. Por si os toca trabajar y no hay wifi o es deficiente en vuestro hostal. Los fried noodles están muy buenos aquí, aunque es un poco más caro que su vecino.
- Llevad calzado adecuado para el camino a Long Beach, nada de chanclas.
- Si vais a Kep en moto y vais por la carretera de la costa que va del mercado de cangrejo a la playa, es posible que alguien os pare pidiendo un dólar para aparcar en la zona de la playa. Le decís que estáis alojados en Kep o sino dais la vuelta y seguís la carretera principal que va directo al pueblo y nadie os dirá nada.
- Desde Kampot podéis visitar el parque de Bokor, donde hay parte de un pueblo francés abandonado tras la invasión de los jemeres rojos, un casino y hotel tipo resort. Además, si no queréis lidiar en temporada alta con las masas, la Rabbit Island, accesible desde Kep, es muy tranquila pero con playas menos espectaculares según nos comentaron.
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